El reconocimiento a toda una vida dedicada a la fabulación.
Hace dos días que estuve leyendo una entrevista con la escritora Ana María Matute (Barcelona, 1925) en un diario de tirada nacional, en la que confesaba que no esperaba que le dieran el Premio Cervantes, pero que sí le gustaría mucho recibirlo, no fuese a ser que se lo dieran cuando ya estuviese muerta (lo que como todos sabemos no es posible). Con ese humor entre sarcástico y melancólico, se podía entrever la mirada y el espíritu de una persona que a sus ochenta y cinco años, todavía quiere más tiempo para dedicarlo a escribir. Un arte que empezó a los diecisiete con Puro Teatro y que su última muestra, es la edición que Destino ha hecho de todos sus relatos cortos bajo el título La Puerta de la Luna. Lo que podría valer como resumen de toda una vida dedicada a la escritura, pero que sin duda se dejaría atrás muchos de sus logros en el tintero, pues no en balde su firmeza creativa le han llevado a ocupar el asiento K de la Real Academia de la Lengua, lo que la convierte en la tercera mujer aceptada en dicha institución en los últimos 300 años o ser candidata al Nobel en 1976, o recibir el Premio Nacional de las Letras Españolas en 2007 al conjunto de su obra, o más recientemente, ser finalista del Premio Príncipe de Asturias de la Letras en 2010, por dejar una pinceladas de sus más celebradas metas.
Para ella, como para cualquier autor, su novela preferida Olvidado Rey Gudú, no coincide con los gustos de los críticos, que resaltan las trilogías en las que suele agrupar su creación literaria, donde mezcla realismo y lirismo con dosis de fantasía. Sea como fuere, el mundo de las Letras Hispánicas, esta vez sí, zanja una de sus deudas pendientes con aquellos autores que todavía siguen vivos, y pueden ver con sus propios ojos y tocar con sus propias manos, el alcance de toda una vida dedicada a la literatura.
Angel Silvelo Gabriel
Entrevistas: Soy una vieja feliz...; Nunca he escrito un libro para ganar un premio