Exposición "Objetos y Literatura” en el Museo del Objeto de México
El Museo del Objeto del Objeto, MODO, fue creado en 2010, y está dedicado a contar historias mediante los objetos que han acompañado a los habitantes de México en los últimos dos siglos. Cuenta con un fondo de más de 150.000 objetos, desde 1810 a la actualidad.
Luis Rodríguez es el comisario de la exposición "Objetos y Literatura”, en el MODO, que conecta fragmentos literarios de autores universales (como Octavio Paz, Elena Poniatowska, Jorge Luis Borges, Irene Vallejo, Julio Verne, Nellie Campobello, Juan Villoro y Lewis Carroll, entre otros) con 800 piezas del fondo museístico. La exposición busca asomarse a la vida de los objetos a través del texto y, con ello, mirar, atender, registrar y cuidar objetos que, en su mayoría, fueron concebidos para una vida efímera.
La muestra se organiza en diferentes secciones:
1. El mundo existe para convertirse en libro
Los escritores Stéphane Mallarmé, Mía Couto e Irene Vallejo reciben al visitante con sus interpretaciones del mundo como un texto. Plumas, tintas, pinceles e instrumentos de la escritura acompañan a Ana María Shua, ganadora del Premio Iberoamericano de Minificción, Juan José Arreola 2016, y a Murasaki Shikibu, autora de la novela más antigua de la literatura japonesa. La primera sala alude la Oda a las cosas de Pablo Neruda, mientras Las cosas de Jorge Luis Borges reflejan la nostalgia y el apego por objetos simples, pero significativos. Otras piezas evocan a Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Pedro Salinas, Fabio Morábito y la poeta serbia Branca Vinaver.
2. La vida de los objetos
Hay objetos que nos miran, dicen Paul Valéry y Eloy Tizón; que tienen lengua y dientes para mordernos, señala Ángel Crespo, y así nos aleccionan para no ver del mismo modo a un maniquí o una muñeca de porcelana. “La música, que buena es”, indica Brenda Lozano para relacionar el fonógrafo de Edison con sus discos de cera, una caja Calíope, un gramófono y su versión de bolsillo de 1924.
Salen al encuentro cajitas musicales, objetos de relojería y hasta el antecedente de la hoy conocida libreta Moleskine: un cuaderno Ideal. Un meteorito es acompañado por un texto educativo de finales del siglo XIX, en la Inglaterra victoriana, escrito por Annie Carey. En otra sala, cajetillas de cerillos iluminan el pasado de Juan José Millás; las balas del ABC, de Mónica Cazón, bailan con las de Martín Luis Guzmán a La sombra del caudillo; y Nellie Campobello habla de un Cartucho, quien confiesa su dolor de amor. Por su parte, La tlapalería de Elena Poniatowska es motivo para explorar herramientas de trabajo.
3. Alicia en el país de las maravillas
¿Cuántas asociaciones conscientes e inconscientes se pueden hacer al hablar de los personajes del clásico de Lewis Carroll? Esta sala “cae” por la madriguera del conejo, personaje con chaleco, guantes, reloj de bolsillo y bastón, para salir al encuentro del Sombrerero Loco, las flores parlantes, la Reina de Corazones o la enigmática oruga azul, posada en ese hongo rojo con puntos blancos, común en algunos cuentos infantiles
4. Viajes
Julio Verne, pródigo en crear mundos lo mismo que instrumentos para transitarlos, permite reunir objetos de viaje de la colección: maletas miniatura, postales, mapas o sextantes, para navegar por etiquetas y empaques con referencias a Gulliver, viajero reinterpretado por Alexis Figueroa Aracena, lo mismo que a Jonathan Swift. Al lado, Irene Vallejo afirma que “toda biblioteca es un viaje”, Claudia Masin propone cartografías íntimas para recorrer la casa y T. S. Eliot evoca el viaje circular, para siempre regresar al punto de partida.
5. Palinuro de México
La literatura dota a los objetos de personalidad, como si un conjuro alquímico transmutara las cosas. Así, con La muerte de nuestro espejo, en Palinuro de México, Fernando del Paso da cuenta de por qué hay objetos tan particulares, y a veces tan extraños, a los que se les tiene afecto e incluso respeto.
6. El principito
En medio del desierto del Sahara, un piloto que ha sufrido una avería se topa con otro viajero, un niño al que llamará El principito y para quien hace dibujos destinados a su flor, una rosa. El pequeño narra el viaje desde su planeta, el asteroide B-612, rico en encuentros singulares: con un rey sin súbditos, un borracho que bebía para olvidar que lo era, un hombre de negocios que contaba estrellas sin parar o un geógrafo que nunca había viajado. Los objetos reflejan esta historia en apariencia sencilla, pero profunda, sobre el valor de “lo invisible para los ojos”, como el amor y la amistad.
La exposición estará desde el 28 de octubre hasta abril de 2022.