Escritores malditos
En 1884, el poeta francés Paul Verlaine publicó un libro de ensayos que tituló Les Poètes maudits, y en el que se refería a los poetas Tristan Corbière, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Marceline Desbordes-Valmore, Auguste Villiers de L'Isle-Adam, y Pauvre Lelian (anagrama del propio Paul Verlaine).
Verlaine sostenía en la obra que el genio de estos poetas había sido también su maldición, lo que los alejó del resto de las personas y caer en el hermetismo. El concepto de poeta maldito lo tomó de un verso de Les Fleurs du mal, de Charles Baudelaire, de su poema titulado Bénédiction.
A partir de estos dos referentes el uso del término malditismo se generalizó para referirse a cualquier artista que, independientemente de su talento, es incomprendido por sus contemporáneos y no obtiene el éxito en vida; especialmente para los que llevaban una vida bohemia.
Se han considerado malditos, además de los ya mencionados, escritor@s como: François Villon, Thomas Chatterton, Aloysius Bertrand, Gérard de Nerval, el conde de Lautréamont, Petrus Borel, Charles Cros, Germain Nouveau, Antonin Artaud, Émile Nelligan, Armand Robin, Rodrigo Pérez Cambre, Innokienti Ánnienski, John Keats, José Antonio Ramos Sucre, Alejandra Pizarnik, Fogwill, Edgar Allan Poe, William Blake, Raúl Gómez Jattin, Charles Bukowski, Leopoldo María Panero, John Kennedy Toole, David Foster Wallace, Horacio Quiroga, Sylvia Plath o Lucia Berlin.
El alcohol está detrás del aura de maldito de algunos de ellos, como Bukowski o Lucia Berlin, pero en otros casos la falta de fortuna los llevó al suicidio antes de que su obra fuera comprendida, como es el caso de Kennedy Toole, autor de La conjura de los necios, que no logró publicar en vida, y que se convirtió en un best seller tras su muerte y acabó ganando el Premio Pulitzer, o el suicidio de Alejandra Pizarnik. La incomprensión de su ambiente, o la minusvaloración por razones de género, llevó a la depresión y el suicidio de Sylvia Plath.
La vida de Horacio Quiroga estuvo marcada por la enfermedad y la muerte de sus familiares, lo que le llevó también a pegarse un tiro. El internamiento en centros psiquiátricos marcó la existencia de Leopoldo María Panero, en España, o de Antonin Artaud en Francia.
Todos estos autores fueron grandes escritores que se salían de la media no solo en cuanto a su talento literario sino en la profunda sensibilidad necesaria para levantar su obra.