Lectura compartida


 

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En los colegios se repite que los niños y niñas deben leer al menos diez minutos cada día. Como todas las habilidades cognitivas, la lectura requiere de práctica y repetición, por ello os dejamos algunos consejos que provienen del proyecto Ubinding, desarrollado por la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona:

“Elección de texto

El contenido a leer debe elegir el niño. Tanto es si lee un cómic, un cuento, una receta de cocina o un artículo de periódico. La prioridad debe ser mantener motivados a los lectores, por lo tanto tenemos que asegurarnos de que tenemos a su alcance lecturas de su interés.

Se debe modular el nivel de dificultad. Sobre todo en el inicio del descubrimiento lector, los niños y niñas podrían sentir frustración si no pueden entender de qué trata el cuento que están leyendo. Vale la pena buscar textos con un nivel de dificultad similar al que puede leer el niño o niña, para que pueda al mismo tiempo decodificar la lectura y disfrutar de su significado.

Antes de leer

Aprovechamos las pistas antes de empezar. Normalmente, los textos infantiles vienen decorados con imágenes sugerentes. Es interesante que nos detengamos con los niños antes de comenzar la lectura para deducir de qué tratará ese escrito, y pensar en voz alta sobre el tema. De este modo, podemos ayudarles a contextualizar el texto y facilitaremos la comprensión. Por cierto, los títulos de los textos y capítulos también nos ayudan en este aspecto.

Recapitulemos. Si retomamos un texto de días anteriores, vale la pena que el adulto refresque lo leído previamente. Así el niño no tendrá que gastar la energía en recordar de qué iba el texto, y podrá esforzarse por hacer una lectura de calidad.

Durante la lectura

Ayudamos siempre que sea necesario. Los niños a menudo leen despacio, se equivocan y se inventan palabras. Esto dificulta la comprensión, y tanto! Pero ellos no deciden equivocarse, de hecho no les gusta nada. Como adultos, es interesante ofrecer ayuda cuando se equivoquen, sin corregir, simplemente reconstruyendo aquella frase o palabra en la que se hayan equivocado. Así les permitimos seguir avanzando en el texto sin complejos ni inseguridades.

Aprovechamos para aprender. A menudo los textos infantiles contienen vocabulario de uso poco frecuente, vale la pena aprovechar la lectura para aprender nuevas palabras. También podemos estimular habilidades de razonamiento verbal si pensamos en las intenciones de los personajes ( por qué crees que ha hecho esto? / Que quería, en realidad? ), Intentamos deducir qué pasará a continuación, etc.

Más no es mejor. Vale la pena leer fragmentos cortos de texto, que nos dejen tiempo para contextualizar (antes de leer) y para debatir (después de la lectura). Así, el tiempo que leemos será de calidad y nos ayudará a mejorar tanto las habilidades lectoras como las vinculadas al lenguaje en general (vocabulario, morfosintaxis, razonamiento, etc.).

Tras la lectura

Debatir al final del capítulo. Esto no quiere decir que tengamos que hacer un interrogatorio o un examen al finalizar una lectura, en absoluto! Se trata de crear un ambiente amistoso en el que comentar lo que hacen los personajes o el transcurso de la narración. Una buen manera de romper el hielo es dar nuestra opinión sobre la historia, y dedicar tiempo al niño para decir su ("No me puedo creer lo que ha pasado, el protagonista es muy travieso! Qué te ha parecido a tú?").

Pensar finales alternativos. En el caso de que tengamos al niño o niña bien motivados, podemos jugar a pensar, en voz alta, como podría haber terminado la historia si hubiera pasado alguna otra cosa. Qué hubiera pasado si el malo hubiera escapado, si la bruja no hubiera perdido los poderes... Aquí entra en juego la creatividad del niño y del adulto, y puede ser una oportunidad única de jugar y entrar en el mundo mágico de la lectura. Ahora bien, esta propuesta no debe suponer trabajo extra (NO son deberes) y no haremos que el niño lo escriba (a no ser que él lo quiera hacer).

Y para terminar, un breve recordatorio: En la mayoría de niños y niñas les gustan las historias y los cuentos. Por lo tanto, si un niño rechaza la lectura quizás no es porque no le guste leer, sino porque tiene dificultades en el lenguaje (vocabulario, morfosintaxis, razonamiento verbal...) o en la lectura, específicamente. Vale la pena valorarlo con un equipo profesional para detectar las posibles dificultades e intervenir, en caso necesario.”




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