Juegos literarios 8 – Citas
Decía Enrique Vila-Matas: «La originalidad no existe, todo lo que escribimos es una cita de alguien», lo que puso en juego en su novela Esta bruma insensata, y eso es lo que os proponemos hoy, escribir a partir de, con, a través de… citas literarias.
Cuando subrayamos una cita es porque este fragmento de un poema, un ensayo o una novela han logrado sintetizar un sentimiento profundo, un modo determinado e ver el mundo, una impresión momentánea, y por ello puede ser un modo perfecto de poner en marcha nuestra creatividad.
La mayoría de lectores apasionados tenemos un archivo de Word con algunas de nuestras citas preferidas, los libros subrayados y alguna que otra nota o postal colgando de nuestro escritorio, todo ello propicia un diálogo que puede ser muy fructífero en nuestra escritura.
No se trata de usar las citas como floreros, como ocurre a menudo en internet, sino de insuflarles nueva vida, entrar en las entrañas de su pensamiento o emoción.
Os proponemos, pues, que escribáis un texto a partir de una cita, o bien un poema formado solo por versos ajenos que os hayan marcado, un texto que empiece con una cita, las posibilidades son infinitas.
Os dejamos algunas propuestas:
• Paul Auster:
Ha olvidado muchas cosas pero también ha retenido muchas otras. Mientras escribe, siente que se mueve hacia adentro (a través de sí mismo) y que al mismo tiempo se mueve hacia afuera (hacia el mundo).
• Joseph Beuys:
Las enfermedades son casi siempre crisis espirituales en la vida, en las que se expulsan viejas experiencias y viejos procesos mentales, o bien se transforman, como fundidos en un crisol de un modo totalmente positivo.
• William Blake:
El cuerpo del hombre no es distinto de su alma.
• Julio Cortázar:
Lo absurdo no son las cosas, lo absurdo es que las cosas estén ahí y las sintamos como absurdas.
• Peter Handke:
Al mismo tiempo se produjo una inversión de términos, pues ya no era el adulto quien "vivía solo con la niña" sino ésta la que estaba "sola con el adulto".”
• Clarice Lispector:
Mi voluntad de querer ¿era más fuerte que mi voluntad de salvación?
• Arthur Rimbaud:
Acabé por creer sagrado el desorden de mi espíritu.