Evitar el bloqueo literario

El bloqueo literario, el miedo a la página en blanco, ha sido uno de los terrores más comunes de los escritores, algunos han hablado abiertamente de ello, o bien han dejado algunos consejo que sirven para eludirlo.
Normalmente el bloqueo responde a la idea de que no alcanzaremos la calidad que buscamos en la escritura, pero es importante aprender a través del error, del propio proceso de escritura.

Decía William Faulkner:

“El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre  hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno sabe que puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por porqué ellos lo escogen y suele estar demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra (...) Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. (…) Uno tiene que aprender por medio de sus propios errores; la gente sólo aprende a través del error.”

El bloqueo aparece también a menudo por falta de ideas nuevas, cuántas veces habremos leído de plumas insignes que no escribían más porque ya habían contado todo lo que tenían que decir… Sin embargo, el bloqueo la mayor parte de las veces es algo tan simple como la falta de entrenamiento de un atleta, que le impide correr en frío.

Hay varias técnicas para romper con esto, la literatura es, sobre todo, como todo arte, un juego muy serio, pero un juego, y es a través del juego que se desarrolla la creatividad de los seres humanos.

Un juego típico es el de crear unos dados que tengan en cada cara una palabra, es aconsejable dedicar las caras de un dado al sujeto, otras  a verbos, y otras a complementos verbales, para formar oraciones inesperadas pero coherentes.

La lluvia de ideas es otro buen truco para crear historias o personajes, se pueden crear listas de rasgos del personajes tanto físico como psicológico, o bien de posibles situaciones, de nombres, de oficios, y después mezclarlas al azar, la mayoría quizás no tengan sentido o no sirvan para levantar un relato, pero de pronto llega una idea original que no se nos hubiera ocurrido de otro modo y que tiene pleno sentido, y empezamos a tirar del hilo.

Las citas son otra gran fuente de inspiración, no hace falta señalar el partido que le han sacado escritores como Enrique Vila-Matas, que ha declarado: «La originalidad no existe, todo lo que escribimos es una cita de alguien», o la famosa frase de Rayuela de Julio Cortázar: "Es triste llegar  un momento de la vida en que es más fácil abrir un libro en la página 96 y dialogar con su autor, de café a tumba, de aburrido a suicida”, se mire desde el ángulo que se mire, la lectura es un diálogo en el tiempo y el espacio con el corpus literario, y hay que lanzarse a la corriente, que siempre nos lleva a alguna parte.

Otro truco es buscar noticias en los periódicos que nos llamen la atención, o buscar en un libro una frase al azar, abrirlo rápido, sin contexto, y darle el que nos sugiera la oración.

Un consejo para buscar ideas es dejar vagar la mente en un paseo, hay grandes escritores que han hecho del paseo su clave, como Robert Walser.

La mejor forma de desbloquearse es no parar de escribir, aunque sea como juego, e iniciar un diálogo con las grandes obras.