Los diez libros más vendidos se sostienen sobre una sofisticada maquinaria que estipula idea, personajes, circunstancia y circulación en busca del interés masivo."La clave –dicen los editores– es la percepción del gusto del público."
Por: Guido Carelli Lynch
Culos, culos! ¡Quiero culos!", exigía a los gritos un presentador cuando todavía disfrutaba de su omnipotencia en la grilla de la TV de los 90, mucho tiempo antes de este presente sin el favor del público. Ese criterio para captar audiencia parecía indestructible y, de hecho, todavía hoy y maquillado con escándalo, empuja el rating de la pantalla chica. Si existe algo así como una fórmula del éxito para la televisión, alma mater de la industria cultural contemporánea, bien cabe suponer que la industria editorial también apuesta por recetas probas.
Los best-séllers son los encargados de sostener la maquinaria, de sentar el precedente y la jurisprudencia básica para verificar cuál es la medida del éxito. La producción de esa batería constituye ya no un mal (literario) necesario, sino definitivamente una presencia imprescindible, porque no es otra que la prosa cursi de Isabel Allende la que financia la voz críptica y despersonalizada –siempre al borde del Nobel– de António Lobo Antunes, y son las verdades de perogrullo de Bernardo Stamateas las que ayudan a sostener un catálogo como el de Emecé.¿Existe entonces esa posible fórmula del éxito? ¿Cómo son los culos del mercado literario iberoamericano?