Grandes escritoras universales (IX)
El pasado 8 de marzo se celebró, un año más, el día de la mujer trabajadora. Para conmemorarlo, recordaremos algunas figuras fundamentales de la literatura universal.
Emily Dickinson
Emily Elizabeth Dickinson nació en Amherst, Massachusetts, el 10 de diciembre de 1830, aunque nunca logró publicar en vida, su poesía apasionada es considerada de la talla de poetas fundamentales estadounidenses junto con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman.
Estudió durante siete años en Amherst Academy, asistió al seminario femenino Mount Holyoke y regresó a la casa familiar en Amherst, donde pasó casi toda su vida.
Su poesía era original e innovadora y no cuadraba con los estándares de la época, por lo que la escasa docena de poemas que logró editar además tuvieron que ser transformados para alejarlos de su estilo característico de versos cortos, rimas imperfectas y una puntuación poco convencional.
Tras su muerte, en 1886, Lavinia, su hermana pequeña, descubrió los poemas y no fue hasta 1890 que fueron recogidos en un libro, que tuvo una recepción desfavorable y escéptica.
Dickinson nació en una familia rural acomodada y de severa religiosidad puritana, que seguía unas estrictas reglas por las que la única expresión artística aceptada era la música del coro de la iglesia. No estaba bien visto leer novelas, los juegos de naipes, la danza, la música y el teatro no estaban permitidos, no se toleraba la presencia de mujeres solas en reuniones aparte del té de la tarde.
Ya entre 1850 y 1880, circulaban por Massachusetts numerosos rumores acerca de su desdichada «historia de amor». Este amor no se ha podido documentar biográficamente, algunos historiadores propusieron un joven al que su familia no aceptaba o un pastor protestante casado, aunque las últimas investigaciones apuntan a su consejera, amiga y cuñada, la esposa de su hermano mayor, quien vivía junto a su casa, Susan Huntington.
Dickinson vivió recluida en su casa pero no por ello aislada ya que mantuvo una gran correspondencia con distintos mentores y amistades.
En 1862, Emily Dickinson envió múltiples poemas a Thomas Higginson acompañados de la siguiente pregunta: «Señor Higginson: ¿está usted demasiado ocupado? ¿Podría hacerse un momento para decirme si mis poemas tienen vida?». Este respondió elogiándolos y sugiriéndole profundos retoques que, según él, podían hacer que el trabajo de la autora se adaptara a las normas poéticas en boga de aquellos tiempos. Emily se dio cuenta de que hacer su poesía «publicable», suponía una involución estilística.
Su amiga Helen Hunt Jackson, célebre novelista, logró que le cediera un solo poema para la edición de Success is counted sweetest.
En los últimos quince años de su vida no salió de la propiedad de su padre y vestía siempre de blanco.
Emily Dickinson murió el 15 de mayo de 1886.
Su hermana Vinnie descubrió ocultos en su habitación 40 volúmenes encuadernados a mano, los cuales contenían 800 poemas nunca publicados ni vistos por nadie.
En su recluida vida, sus influencias literarias fueron pocas pero exquisitas, gran parte de sus poemas tiene relación con la Bíblia, del periódico The Springfield Republican, pudo leer fragmentos escogidos de Washington Irving, Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne y Harriet Beecher Stowe, o Mark Twain, muchos eran textos humorísticos. También conocía a fondo los ensayos y poemas de Emerson.
El único autor de quien reconoció haber leído las obras completas fue William Shakespeare. Y ha quedado documentado su interés por Keats, Wordsworth y Lord Byron.
Juan Ramón Jiménez, fue el primero en apreciar y difundir sus versos en España, en Diario de un poeta recién casado, y Jorge Luis Borges escribió un famoso prólogo a la traducción de Silvana Ocampo.
La poesía de Emily Dickinson no es ciertamente fácil pero precisamente por ello es iluminadora, ella mismo definió su poesía: «Si tengo la sensación física de que me levantan la tapa de los sesos, sé que eso es poesía».
