El bolígrafo infinito
Parece un título de Jorge Luis Borges, que ya inventó el libro infinito en su cuento el libro de arena, en el que un hombre vende a otro un libro cuyas páginas están hechas de arena, de forma que su contenido es infinito y caótico: «Sentí que era un objeto de pesadilla, una cosa obscena que inflamaba y corrompía la realidad». En realidad es un invento de Leonardo da Vinci, que no solo fue el inventor de los antecesores de la bicicleta, el helicóptero, la calculadora, el puente plegable, la ametralladora, el paracaídas, o la escafandra, sino que también invento el lápiz infinito con una técnica que consistía en incluir en sus plumas realizadas con hueso una punta de plata con la que escribía y realizaba bocetos en un papel que debía haber sido tratado químicamente para conseguir la oxidación del trazo, haciendo que lo escrito fuera imborrable. Esta técnica cayó en desuso a finales del siglo XVII, tras la aparición del grafito.
En la actualidad, una firma italiana ha recuperado la idea de modo que han construido un bolígrafo capaz de escribir sin utilizar tinta, en los tiempos de la obsolescencia programada aparece un bolígrafo para toda la vida, al que no hay que recargar.
En 2012, Ethergraf patentó el sistema basado en la idea Da Vinci pero mejorándolo técnicamente de modo que no es necesario que el papel esté tratado, se puede escribir en papel corriente, y lo escrito no puede ser borrado nunca.