El buen momento de la literatura en quechua
Aqupampa, escrita por Pablo Landeo, fue la primera novela en publicada exclusivamente en una lengua propia de América, el quechua, en 2016. Hasta ese momento las novelas publicadas en lenguas originarias siempre venían acompañadas de la traducción en español. La novela, además, acaba de ganar el Premio Nacional de Literatura en lenguas originarias.
No debería ser esto una noticia, ya que estas lenguas son, en muchos casos milenarias, de gran desarrollo sintáctico y semántico, y son habladas por millones de personas.
El quechua es el idioma indígena americano que actualmente tiene mayor número de hablantes, entre 9 y 14 millones. La variedad más hablada es el quechua sureño, con 5 millones de personas en Bolivia, Perú y Argentina, y la quichua (2,5 millones) en Ecuador y Colombia.
Tras el quechua, el guaraní cuenta con casi 8 millones de hablantes residentes en Paraguay, Brasil, Bolivia y Argentina.
Les siguen otras lenguas habladas por entre uno y dos millones de personas como el aimara, el náhuatl, quiché y maya.
En los últimos tiempos se han multiplicado los ensayos críticos y metalingüísticos en quechua, con Atuqpa Chupan, la primera revista académica en quechua, y se está promoviendo una lucha por preservar y dignificar la tradición a través de la rescritura de relatos orales, y la llamada a los escritores quechuas a escribir sin traducción.
Aqupampa es, además, la primera novela en quechua escrita en ambiente urbano y fue escrita por su autor en París.
La literatura quechua está viviendo una edad dorada con autores como el mismo Pablo Landeo, Gloria Cáceres o Hugo Carrillo, y adquiere poco a poco una vitalidad de la que ya goza la literatura maya contemporánea, o a la novela Zapoteca de Javier Castellanos.
Landeo describe Aqupampa como una novela andina, rebelde y urbana que: “Desarrolla temas relativos a la migración, al amor, a la fuerza de los andinos para forjar una ciudad, a la violencia desatada por Sendero Luminoso en 20 años de terror y muerte.
Por su condición andina, no podía estar despojada de su carga mítica ni de todo los referentes culturales propios de este espacio”.
Cuando se publicó, el autor declaraba que era un desafío que buscaba que los escritores quechuas tuvieran la confianza necesaria para escribir en quechua, sin traducción al español, lo que seguro se ve refrendado por el Premio Nacional que le ha sido otorgado.
“Imaynanpitaq paywan pantarurqaku?” nispam tapukullani, waqallani.Ñawsachu, machasqachu, utisqa umayuqchu karqaku, taytaywan pantanankupaq? Hinaspaqa pantasqankumanta willakuqraq wasiyman hamurqaku ‘Pantarurqanikum taytaykiwanqa’ nispa. Upachu, sunsachu kani, chay kuwintuwan hamuwanankupaq? Imaynataq runapa kawsayninwan pantachwan? Papelcha tarisqay tutaqa Carloscha maskaqmi yaqalla rirqani. Rispayqa kunkantapas kuchuramuymanmi karqa, llapa rabyaykunawan, hinaspam ‘Allqukunaqa kaynam wañunku’ niq qillqata saqiykuspay pasakamuyman karqa. Chaynarquptiy pitaq ‘qanmi sipirurqanki’ niwanman karqa? Chaynarquspaypas manam hawkachu kayman karqa. Chay yana chunchulnintapas urquruspaymi allqukunaman qaraykamuyman karqa, yawarnintapas quñillatam upyarqamuyman karqa, hinasparaqmi chukllantapas kañaykamuyman senderokunahina, ismusqa sunqunpas uchpayananpaq, runamasiykunata manaña waqachinanpaq.
En los inicios de los años sesenta, José María Arguedas, instó a escribir en quechua a quienes dominaran esa lengua. Arguedas escribió poesía, realizó traducciones y compiló cuentos en quechua, estaría feliz de saber que la labor se va culminando con la aparición de novelas que muestran la vida contemporánea de sus hablantes.
Pablo Landeo, como la mayor parte de niños andinos de su época, tuvo una educación tardía, y tuvo que trabajar desde muy joven, sin embargo, su interés por los libros le permitió entrar en el mundo de la literatura por la puerta grande con lecturas primerizas como La madre de Maksim Gorki, Los perros hambrientos de Ciro Alegría, o El tungsteno de César Vallejo.
Su amor por la literatura también era un problema en la época, en una ocasión, sufrió la requisa de toda su biblioteca solo por parte del ejército ya que encontrar libros en una zona marginal les parecía indicador de que eras de Sendero Luminoso.
Landeo estudió Educación con especialización en literatura en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, e hizo una maestría sobre cuentos andinos en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Fundó la revista Atuqpa Chupan (Cola de zorro), una revista monolingüe, escrita en runasimi. La decisión de publicar solo en runasimi procede de la idea de que si el quechua no conquista su independencia editorial del castellano, no se desarrollará.
Seguirá siendo una lengua marginal, incapaz de hablar por sí misma.
Desde 2014, es profesor de quechua del INALCO (Instituto Nacional de Lenguas y Culturas Orientales) de París.
El premio le será entregado en la Feria del Libro del Cusco.