Libros venenosos
La idea se hizo popular gracias a uno de los pasajes más conocidos de la novela escrita por Umberto Eco, El Nombre de la Rosa: una forma de envenenar a los enemigos y mantener secreto el contenido de algunos libros en la Edad Media consistía en envenenar las páginas de modo que cuando el lector pasaba la página y se lamía el dedo el veneno actuaba.
Pues esto se acaba de demostrar como una práctica real en los libros que acaban de encontrar un grupo de investigadores de la Universlty of Southern Denmark, en Dinamarca, los cuales han descubierto tres libros de los siglos XVI y XVII, cuyas páginas contienen arsénico, un potente veneno que no pierde capacidad con el paso de los años.
Los investigadores estaban analizando los libros tras descubrir que sus portadas tenían restos de manuscritos romanos, y se percataron que los textos en latín ocultos en la portada estaban cubiertos por una sustancia verdosa. Tras ser analizada con una técnica de Rayos X, detectaron que se trataba de arsénico.
Hasta el siglo XIX, una variedad de arsénico se usó como pigmento, tampoco se descarta la idea que se aplicase el arsénico solo para proteger los libros de insectos y alimañas.