¿Poesía salvaje o domesticada?
T. S. Elliot comparó el sentimiento poético con el religioso y aseguró que cuando este desaparece, “las palabras con las que los hombres se han esforzado para expresarlo pierden sentido”. La crisis de las ventas de los libros de poesía es evidente desde hace décadas. El poeta Darío Jaramillo Agudelo piensa que la poesía se ha aislado por su propio beneficio: “no es mercancía, nadie puede tener la profesión de poeta ni vivir de sus versos. Y eso es bueno para la poesía porque la saca de los terrenos de la codicia y del dios dinero”. Por ello la poesía se ha trasladado a otros espacios, espacios de intercambio muy personales, pequeños grupos poéticos, y también en los últimos años han aparecido nuevos fenómenos poéticos que sí logran conectar con un público joven y más amplio, son las experiencias de jóvenes poetas que publican en la red, un caso paradigmático es el de la poetisa Rupi Kaur.
En el ámbito hispano hay también notables experiencias como del poeta colombiano Albeiro Montoya Guiral, docente de la Universidad ECCI, el cual creó la revista Literariedad, Montoya piensa que la poesía no es editada porque no es rentable, por las bajas ventas, en cambio no piensa que por ello esté despareciendo. La realidad es que nunca antes hubo tantas editoriales independientes dedicadas a la poesía.
El problema de fondo es que en estos nuevos espacios en que la poesía vuelve a su hábitat natural de la calle, falta el movimiento contrario, el de contracción, el filtro que permita diferenciar claramente entre poesía dotada de una búsqueda radical y cierto populismo. Jacobo Cardona, antropólogo y poeta, es del parecer que actualmente muchos confunden la poesía con jingles publicitarios, canciones pop, frases de autoayuda, discursos solemnes y rimas fáciles.
El destino dirá si este interesante movimiento de expansión lleva también a uno de contracción que permita llegar a un feliz equilibrio de búsqueda e innovación ligado a la posibilidad de ampliar la experiencia y el público lector.