Cómo iniciarse en la buena literatura
El mejor modo de iniciarse en la literatura de calidad no es, como a veces se practica con los jóvenes, darles textos menores y entretenidos, sino lograr que entren en el mundo de los grandes escritores y escritoras a través de obras breves que actúen como una revelación fulgurante. Uno de los dramas de la sociedad actual es que los jóvenes disponen de mucha información pero se focalizan sin tener una visión de conjunto, y poco podemos amar lo que no conocemos.
Os dejamos algunos textos breves que pueden servir de puerta de acceso al maravilloso mundo de la literatura.
Dos de los textos clásicos para iniciarse, ya de niño, pero que son igualmente válidos para el placer adulto, son El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, o El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson. Ambos se han convertido en clásicos multiventas. El principito fue publicado en 1943, y desde entonces se han vendido ciento cuarenta millones de ejemplares, y traducido a más de doscientos cincuenta idiomas y dialectos, incluyendo el sistema de lectura braille, y es uno de los pocos libros modernos que ha sido traducido al latín. Para tener una idea de su alcance mundial, se han hecho más de trescientas cincuenta ediciones distintas solo en coreano. Otro clásico mundial, en este caso del género del terror, es El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, pero además es un libro con una trama psicológica que aborda el conflicto del desdoblamiento de la personalidad.
Bartleby, el escribiente, de Herman Melville, es un referente mundial y una pieza brevísima que ha ejercido enorme influencia en las generaciones posteriores de escritores, y es el referente de otra breve obra de Enrique Vila-Matas: Bartleby y compañía. Si nos asusta la extensión de Moby Dick, podemos adentrarnos en el mundo marinero de Herman Melville a través de Billy Budd, marinero.
Fiodor Dostoyevski cuenta con algunas de la más extensas novelas, como Crimen y Castigo o Los demonios, pero en su dilatada carrera también hay brevísimas obras maestras tales como Noches Blancas, o las Memorias del subsuelo.
Del mismo modo, la extensión de Cien años de Soledad no debe asustar al lector incipiente, que puede entrar en el mundo de Gabriel García Márquez de la mano de dos pequeñas joyas literarias encarnadas en El coronel no tiene quien le escriba, o Relato de un náufrago.
Otros portentos de síntesis y excelencia literaria que os animamos a transitar: La metamorfosis de Franz Kafka o El extranjero de Albert Camus son dos obras imprescindibles que todo buen lector debe haber leído, pero también dos breves textos que nos abren a la reflexión profunda. Irene Némirovsky saltó a la fama con El baile, una breve joya literaria editada en Francia en 1930. En la lista no pueden faltar La perla, de John Steinbeck, La tormenta de nieve, de Lev N. Tolstói, o Rebelión en la granja, de George Orwell.