Personajes y profesiones
La profesión es algo que marca en gran medida nuestra vida y experiencias personales, por eso nos hemos planteado algunas lecturas en que los personajes tienen determinadas profesiones. Para los abogados recomendamos la lectura de El socio de John Grisham. Los oficinistas no pueden dejar de leer El Proceso de Franz Kafka o la genial Bartleby, el escribiente, de Herman Melville, ni los funcionarios los Apuntes del subsuelo, de Fiodor Dostoievski, los actores disfrutarán con la lectura de Al desnudo de Chuck Palahniuk, Los bibliotecarios con Una biblioteca de verano de Mary Ann Clark Bremer y los libreros con La librería de la novelista inglesa Penelope Fitzgerald, para los cocineros no hay mejor delicia que El festín de Babette, de Isak Dinesen, los bomberos se sentirán inquietos por Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, los atletas pueden leer Correr, de Jean Echenoz o De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki Mirakami, para los carpinteros recomendamos En la orilla, de Rafael Chirbes, los payeses Lejos del mundanal ruido, de Thomas Hardy, los taxistas, que tantas historias escuchan, estarán encantados con Taxi, de Khaled Al Khamissi, y los guías turísticos pueden leer El guía, de R. K. Narayan.
Los sacerdotes disfrutarán de la lectura de San Manuel Bueno, mártir, de Miguel de Unamuno, no se puede ser detective sin haber leído El sueño eterno, de Raymond Chandler, ni enfermero sin El paciente inglés, de Michael Ondaatje, ni informático sin Ampliación del campo de batalla, de Michel Houellebecq. Ensayo sobre la ceguera, de Jose Saramago, es una lectura imprescindible para los médicos, así como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero de Oliver Sacks. Los militares podrán reflexionar con El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati.
Los artistas tienen también sus libros de referencia, para los músicos La pianista, de Elfride Jelinek, y para los pintores La chica danesa, de David Ebershoff. A los traductores les interesará El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina.
Y la última profesión, la de jubilado, puede explayarse con la lectura de Elegía, de Philip Roth.
