Manuel Bartual, o cómo convertirse en un best seller a través de twitter
La ficción puede pasar fácilmente por realidad. En estos tiempos de fakes en las redes sociales e incluso en el periodismo profesional resulta cada vez más difícil discernir entre lo que es netamente real y las mentiras, interesadas o no.
El 30 de octubre de 1939, Orson Welles leyó, en forma de noticiario, su adaptación de La guerra de los mundos. En aquellos tiempos la radio era el modo principal de transmisión de noticias por lo que los oyentes que encendieron el aparato a mitad de la emisión oyeron la historia de la invasión extraterrestre, extraordinariamente narrada, y cundió el pánico en Nueva York, incluso hubo algunos suicidios.
Hoy en día, la capacidad de asombro de los lectores y la credibilidad que damos a lo escrito es mucho menor pero Manuel Bartal ha mantenido en vilo este verano a miles de usuarios de Twitter. El 21 de agosto publicó un primer tuit con la foto de sus supuestas vacaciones en Mallorca, diciendo:
"Ando de vacaciones desde hace un par de días, en un hotel cerca de la playa. Iba todo bien hasta que han comenzado a suceder cosas raras".
En una semana pasó de 16.000 seguidores a 500.000. Es cierto que muchos de ellos enseguida vieron el juego y entraron en él pero tampoco han faltado los que han creído que realmente estaba en peligro, inmerso en sucesos paranormales de clones y mundos paralelos. El éxito alcanzado por la convocatoria ha llegado a medio mundo y ha recibido miles de memes y respuestas, incluso de famosos como Iker Casillas, Gerard Piqué o Ana Pastor, y hasta de la Guardia Civil o la Policía Nacional.
Bartual la dio por terminada una semana después:
"Hola. Gracias por leer hasta aquí. Nunca imaginé esta repercusión. Yo solo quería contar una historia divertida. Ha sido todo mentira. No tengo ningún doble. Estaba de vacaciones con mi novia y nuestro hijo. Fue mi novia quien me hizo las fotos y grabó los videos. El lápiz era uno de los lápices de colores de mi hijo. En realidad, ni tan siquiera nos alojábamos en ese hotel. Fueron un par de fotos que le hice a un hotel cualquiera".
La gracia de este tipo de experimento literario es que la narrativa se desarrolla en tiempo real, algo que no se puede conseguir en un libro, ni impreso ni electrónico.
Alguien le ha preguntado si habría más historias y el escritor ha repuesto con un inquietante:
"No sé cuándo me voy a volver a ir de vacaciones".