Inventar un cuento infantil
Nos quejamos de que los jóvenes no leen pero parece que las estadísticas no dicen exactamente eso. De hecho, la labor de escuelas y bibliotecas ha logrado que los niños pequeños lean bastante pero muchos abandonan el hábito en la adolescencia.
El amor por la literatura es algo que se crea desde la más tierna infancia, mucho antes de la lectura, por supuesto, los primeros cuentos que escuchamos son los que nos cuentan los padres o los abuelos para dormir. A partir de cierto momento, a los niños les gusta poder inmiscuirse en las historias y es una idea emocionante crear un cuento a medias entre el adulto y el niño, dejarle que no solo escuche y se asombre sino que participe en la historia de manera directa.
Para crear un cuento con un niño es imprescindible dejar ir la imaginación sin límites, perder las barreras del adulto, pero la ficción casi siempre surge de un elemento particular que, si está ligado a las vivencias reales del niño, lograrán captar su atención. Por ejemplo, si el niño tiene un abuelo que había sido chófer, podemos inventar una historia que tenga que ver con él, dejar que nos conduzca a sitios increíbles, exóticos o imaginarios, fruto de nuestra imaginación compartida. Los juguetes u objetos que estén ligados al niño o a su vida familiar pueden ayudar a darle forma: nunca falla ponerle voz a los peluches o fantasear sobre todas las aventuras que este corrió hasta llegar a casa. Seguro que las que imagine el niño nos sorprenderán.
También podemos partir de elementos dispares y crear un argumento, por ejemplo: un avión, un paraguas y una vaca.
Otra posibilidad que da mucho juego es utilizar personajes de cuentos tradicionales. Tomemos a Pinocho e integrémoslo en la vida del niño, inventando la historia de que cuando su abuelo era pequeño tenía el muñeco de Pinocho y este cobró vida, se pueden contar las vicisitudes que pasó mezclándolas con anécdotas de su propio abuelo, -que el niño conoce-, y dejar que él invente otras aventuras.
También es entretenido y creativo jugar con el lenguaje, inventarse adivinanzas, integrar palabras curiosas, o cambiar el final de historias que el niño ya conoce, o bien modificar el personaje, que la bruja sea buena o el príncipe despiadado.