Las mil y una profesiones del escritor
3 Abril 10 - Carlos Sala
Los grandes escritores siempre han vivido de una profesión ajena a las letras, de pasteleros a psiquiatras o banqueros.
BARCELONA- La imagen del escritor bohemio, encerrado en su buhardilla, solo, embriagado, en busca de inspiración las 24 horas del día, es una visión romántica y algo «naïf» del arte del creador. En realidad, el 90 por ciento vive durante toda su vida esclavizado por un trabajo pequeño burgués que les posibilite un cómodo modo de vida. Lo que buscan es una tranquilidad económica y emocional que les permita, en sus horas libres, trabajar en sus obras maestras sin la presión de jugarse la vida en ello. Médicos, periodistas, ingenieros, abogados, pasteleros, detectives, militares, todos encierran un genio literario.
Flaubert imaginó en la figura de Charles Bobary, a un mediocre médico rural en «Madame Bobary». De médicos mediocres, pero genios literarios hay mil casos en la literatura universal. Los más claros, Pío Baroja y Louis-Ferdinand Celine. El autor de «El árbol de la ciencia» y el de «Al final de la noche» utilizaron sus experiencias para construir sus novelas.
Luis Martín-Santos, autor de «Tiempo de silencio», era un gran renovador literario, y un gran psiquiatra, profesión muy dada para la literatura por aquello de la creación de personajes. El filósofo Friedrich Nietszche aseguró, por ejemplo, que Dostoievski era, «el único psicólogo del cual se podría aprender algo». El autor ruso no era psicólogo, por supuesto, pero conocía mejor que nadie el alma de las personas. Dostoievski era alférez ingeniero de campo del ejército.
Los militares de profesión también son legión en los almanaques literarios. El caso más claro es el de Antonio Ros de Olano, genio heterodoxo del romanticismo español, gran amigo de Espronceda, y figura militar y política de primera fila del siglo XIX. Otro heterodoxo, el más heterodoxo de los posmodernos americanos, Thomas Pynchon, se alistó en la marina, aunque acabó como redactor técnico de la compañía Boeing. Es decir, escribía los manuales de aviación y las características técnicas de los aviones.
El mundo de la pastelería también ha tenido sus nombres ilustres, como el poeta Josep Vicenç Foix, que regentó a partir de la Guerra Civil el negocio familiar. En las antípodas del poeta está el genio de la novela negra Jim Thompson, que entre crónicas de degeneración y asesinato trabajó años en una pastelería. Otro nombre propio de la novela negra, Dashiell Hammett, tenía un trabajo mucho más obvio, en la agencia de detectives Pinkerton.
Los profesores universitarios
El gran dominio profesional dentro de los escritores es el de profesor universitario. La facultad de inglés de Oxford explotó en los años 20 y 30 con la participación de C. S. Lewis, autor de «Las crónicas de Narnia» y J. R. R. Tolkien, autor de «El señor de los anillos» como sus principales profesores. Nabokov, del que Anagrama acaba de publicar «El origen de Laura», hizo historia con sus cursos en la universidad de Cornell. La secundaria también ha dado sus casos, como el del francés Daniel Pennac.
Los periodistas también tienen sus dioses del olimpo, de Josep Pla a Ernest Hemingway. Francisco González Ledesma fue un eminente abogado. Jaime Gil de Biedma se escondió siempre en su despacho de la compañía tabaco de Filipinas. Y Kafka es el pasante más famoso de la historia.
o al menos reclutadosque les de la suficiente tranquilidad para, en sus horas libres, escribir las obras de arte que acabarán por marcar la vida de millones de lectores.
iles Davis es al jazz lo que Picasso es al arte. Es decir, Dios. En 1949, su modo suave y delicado de tocar la trompeta dio pie al «cool jazz» e inspiró a una nueva generación de músicos. Diez años después, en 1959, llegó a la perfección con «Kind of Blue», aclamado el mejor disco de jazz de la historia. En 1969, otros 10 años después, abrió el camino al free jazz con «Bitches Brew». Gracias a este disco, popularizó el jazz eléctrico, hasta entonces un sacrilegio mayor que el que cometió Bob Dylan en el mundo del folk cuando contectó su guitarra a un amplificador. Nunca dejó de innovar y se convirtió en icono fundamental del siglo XX.
El Festival de Jazz de Barcelona rinde un merecido tributo a este monstruo de la música en el 50 aniversario de «Kind of Blue». Wayne Shorter, miembro destacado del quintento de Miles en los 60, abrirá los conciertos el 28 de octubre en el Auditori. Jimmy Cobb, único superviviente de la grabación de «Kind of blue» recordará al maestro el 7 de nombiembre. Y Marcus Miller, que compuso con Miles «Tutu», una de sus últimas obras maestras, recordará al trompetista el 11 de noviembre.
Una relación tensa desde 1967
La relación de Miles Davis con el Festival de Jazz empezó el 12 de noviembre de 1967. Iba acompañado de Wayne Shorter, Ron Carter, Herbie Hancock y Toni Williams, en uno de los mejores quintetos de la historia. La expectación era máxima, pero a la hora del concierto, Davis dio una espantada, dejó a su banda y a su público tirados, y volvió a Nueva York. Shorter y compañía tuvieron que echar el resto para compensar a un público enfebrecido.«Según las crónicas de aquel día, fue uno de los mejores conciertos de jazz de la historia. Shorter, Hancock y compañía sentían tanta responsabilidad a la hora de suplantar al maestro que lograron un auténtico milagro», señala Tito Ramoneda, director de The Project, promotora del festival.
En total, Davis actuó en tres ocasiones en el festival, aunque fue anunciado en cinco. En 1988, después de un desmayo en Zaragoza, y con todas las entradas vendidas, volvió a suspender el concierto. Eso sí, un año después pudo recompensar a su público con otra visita.«Transmitía una energía increíble. Tenía una personalidad magnética. Al acabar su concierto en el Poble Espanyol de 1989, el público se volvió loco y empezó a pedir un bis. Me miró y me dijo que si volvía a salir, eran 5.000 dólares más. Le dije que adelante sin pensar. Luego ni se acordó de pedirme el dinero», asegura Ramoneda.
En una de sus últimas visitas, en un hotel de la Avenida Sarrià, Ramoneda le pidió si le pudiese firmar una foto. Davis, sin añadir una palabra, cogió la instantánea y durante media hora se paró a hacer un cuadro sobre la imagen.«Era explosivo, son de estas personas que se graban con fuego en la memoria», comenta.
70 años de Blue Note
El festival se inaugura hoy con un concierto gratuito en el parc del Poble Nou en el que se homenajean los 70 años del sello Blue Note. El plato fuerte llegará con la clausura, que por primera vez se realizará en Nueva York. Chano Domingo interpretará su relectura aflamencada de «Kind of blue» y Omar Sosa y Jerry González le darán un toque afrocubano.
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