¿Redes sociales inspiradas por Foucault y Orwell?
Los grandes libros y pensadores se adelantan siempre a su época. Cada vez el salto tecnológico nos lleva más cerca de las ficciones del futuro que antaño se habían imaginado, pero no solo hay un enorme paso técnico, sino que esto afecta a nuestras vidas de un modo que solo algunos autores visionarios, como George Orwell en la novela 1984, lograron imaginar. Lo cierto es que las redes sociales se han convertido en el mejor instrumento de comunicación pero también en el de mayor control.
1984, publicada en 1949, imaginaba una sociedad en la que Gran Hermano tenía el poder de saber todo lo que hacían los humanos, incluso en sus casas. El protagonista, Winston, trabajaba en el Ministerio de la Verdad donde se encargaba de hacer el relato de la historia oficial. Los Ministerios conocían la ubicación de cada uno de los ciudadanos.
Hoy en día, los sistemas de geolocalización, las propias cámaras conectadas que tenemos en nuestra intimidada, tanto del ordenador como del móvil, el wifi encendido en nuestras casas nos hace absolutamente vulnerables. Aunque es cierto que la realidad siempre supera la ficción y, si bien en 1984 el Gran Hermano controlaba a los ciudadanos, en nuestra realidad actual somos los mismo ciudadanos los que ofrecemos todo tipo de detalles sobre nuestra vida personal y pública, fotos incluidas, a la red.
El filósofo francés Michel Foucault aplicó, en su libro en su libro Vigilar y castigar, de 1975, el concepto del panóptico para aplicarlo a la sociedad contemporánea. En una cárcel, el panóptico permite a un guardia, en una torre central, observar a todos los prisioneros, que se encuentran en celdas individuales alrededor, sin que ellos puedan saber si son observados.
El oscuro calabozo de la pre-modernidad, advirtió Foucault, había sido reemplazado por la moderna prisión brillante, la visibilidad es una trampa. En los escasos cuarenta años que han pasado desde que escribió este libro, la visibilidad ha demostrado realmente ser una arma de doble filo de la que pocos somos conscientes.