Curiosidades de escritores. Programarse.
Escribir no es tarea fácil, pide mucha concentración, hoy día es todavía más difícil aislarse, por la continua intromisión en nuestras vidas del teléfono o las redes sociales. Pero tampoco en el pasado era tan sencillo cumplir con los plazos estipulados, y, en todo caso, escribir siempre ha demandado una suerte de autodisciplina. Algunos escritores tenían sus trucos para lograrlo.
Victor Hugo le daba orden a su criado de que custodiara sus ropas y no se las entregara hasta que hubiera acabado el plazo de entrega de la obra que estaba escribiendo. Honoré de Balzac se acostaba a media tarde, una criada lo despertaba a medianoche y él se ponía un camisón blanco para escribir durante la tranquilidad nocturna. La madrugada es la hora preferida para muchos escritores, por la tranquilidad y el silencio imperantes, que permite una total concentración, además de que el cerebro se encuentra despejado a primera hora.
Hay otro tipo de rutinas que nos ayudan a controlar el proceso creativo, original era la de Mark Twain que llevaba la cuenta exacta de las palabras escritas y las anotaba cada cierto número de páginas en sus manuscritos.
Georges Simenon marcaba ocho días en un calendario para dedicarlos exclusivamente a escribir, y cuatro días para relectura y correcciones. Anotaba las ideas básicas en una carpeta amarilla y buscaba los nombres de los personajes en la guía telefónica.
Un caso excepcional fue el de Truman Capote tenía planificada toda su obra literaria con increíble antelación, como comentó Paul Bowles: "Un día Truman nos trazó su programa literario para los siguientes veinte años. Era tan detallado que por supuesto lo tomé como una fantasía. Parecía imposible que alguien supiese con tanta anticipación lo que iba a escribir. Pues bien, todas las obras que había descrito en 1949 fueron apareciendo, una tras otra, en los años posteriores".
