Dedicatorias literarias (3)
Las dedicatorias a los niños son especialmente tiernas, por ejemplo la de Carmen Martín Gaite en La Reina de las Nieves:
"Para Hans Christian Andersen, sin cuya colaboración este libro nunca se habría escrito. Y en memoria de mi hija, por el entusiasmo con que alentaba semejante colaboración."
O la misteriosa de Diana Wynne Jones en su libro El castillo ambulante:
"La idea para este libro me fue sugerida por un niño en un colegio que había ido a visitar, quien me pidió que escribiera un libro llamado El castillo ambulante. Escribí su nombre, y lo guardé en un lugar tan seguro que no he sido capaz de encontrarlo. Me gustaría darle las gracias".
JK Rowling dedicó el último libro de la serie, Harry Potter, Las reliquias de la muerte, a su marido Neil Murray, a sus hijos, a su madre, a su hermana y a todos los lectores que permanecieron fieles a la saga:
La dedicatoria es un verso en forma de rayo, un guiño a la cicatriz de Harry Potter.
Pero la más famosa es la dedicatoria de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry:
A LEÓN WERTH;
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Pero tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños.
Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada. Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan).
Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:
A LEÓN WERTH, cuando era niño.