50 kilos de adolescencia, 200 gramos de Internet (II)
Unai Velasco / Contexto y Acción
Día 24/01/2017
Unai Velasco prolonga su reflexión sobre el nuevo y espectacular fenómeno del boom de la poesía joven analizando sus presuntas conexiones con una de las tendencias hegemónicas de la poesía española en las décadas de los ochenta y los noventa: la llamada “poesía de la experiencia”.¿Existe un interés en reabrir el viejo debate entre la “poesía de la claridad” y la poesía supuestamente “oscura”?
Es un dato conocido que durante los años ochenta y noventa, tras la resaca de la poesía culturalista, el panorama poético español tuvo un protagonista más o menos innegable que ha adoptado muchos nombres: neorrealismo (Rafael Morales Barba), figurativismo (José Luis García Martín), poesía de línea clara o, con mayor fortuna, poesía de la experiencia (García Montero). Como dice Luis Antonio de Villena (Fin de Siglo, 1992), “tal línea poética ha sido la predominante y más seguida en los años ochenta y entre la generación más joven”. Si tenemos en cuenta el dominio del panorama por parte de la escena vinculada a esta poética (sus autores y editoriales, sus revistas y medios afines, sus actos y sus premios más cercanos), podríamos decir que quienes compusieron de forma heterogénea la poesía de la experiencia formaron parte, por decirlo de algún modo, de la línea más exitosa dentro de un fenómeno no-comercial como es la poesía.
El figurativismo de finales de siglo, encabezado por Luis García Montero (que no sólo lo cultivó, sino que lo teorizó en sus inicios y participó de sus polémicas textuales), no fue un boom comercial, pero sí corrió una mejor suerte que aquellos que propusieron una poética distinta. Si bien la poesía de la experiencia no fue, hasta donde yo sé, un fenómeno de ventas, su dominancia sobre el resto de escuelas, bandos o poéticas (como queramos denominarlo) nos podría llevar a hacer valoraciones de tipo comercial o institucional, pero en ningún modo tuvo capacidad para ensanchar gran cosa las fronteras del mercado poético, como sí ha sucedido en estos últimos años con los libros de Elvira Sastre, Loreto Sesma, etcétera.