Realismo, o mágico
El realismo mágico permitió la visualización de muchos escritores de países del centro y del sur de América y ayudó a crear una voz propia, distinta de la europea que marcaba el canon de la calidad literaria. Buscaba mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. El término no era de producción propia sino que inicialmente fue usado por el crítico de arte alemán Franz Roh en su libro Realismo Mágico: Post expresionismo. Problemas de la pintura más reciente, para describir una pintura que demostraba una realidad alterada. En 1947, fue introducido en la literatura hispanoamericana por Arturo Uslar Pietri en su ensayo El cuento venezolano, y, casi de manera simultánea, en 1949, Alejo Carpentier empleó el término de "lo real maravilloso" para introducir la novela El reino de este mundo. La popularización llegó con la edición de Cien años de soledad del colombiano Gabriel García Márquez y la obra del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, ambos galardonados con el Premio Nobel de Literatura. Se convirtió en una corriente mucho más amplia en la década de los 70 y 80, con obras como: Aura, del mexicano Carlos Fuentes, Como agua para chocolate de Laura Esquivel o La casa de los espíritus de la chilena Isabel Allende.
La influencia de este movimiento fue enorme y permitió a muchos escritores latinoamericanos ser reconocidos en Europa y Estados Unidos, sin embargo, se acabó convirtiendo en un cliché del que a las nuevas generaciones les costaba mucho desprenderse. En las décadas de los 80 y 90, los jóvenes latinoamericanos tenían grandes dificultades para publicar fuera de América Latina, ya que los editores de Estados Unidos y Europa no veían sus obras “suficientemente latinoamericanas”. Por ello, en la década de los 90 germinó un nuevo movimiento que, irónicamente, Alberto Fuguet llamó McOndo, en clara alusión al Macondo de Cien años de soledad y en cierta denuncia de los cambios en la realidad cotidiana en América del Sur, rodeado cada vez más entre “McDonald's, Macintoshes y condominios”. En 1996 salió publicada en Santiago de Chile la compilación de historias cortas titulada McOndo editada por Sergio Gómez y Alberto Fuguet. Entre los autores que figuraron en la antología inicial estaban: el escritor Edmundo Paz Soldán, (cuya obra ha ido pasando sin complejos del realismo a la ciencia ficción), Santiago Gamboa, Juan Forn, Rodrigo Fresán, Martín Rejtman, Rodrigo Soto, Alberto Fuguet, Sergio Gómez, Leonardo Valencia, Ray Loriga, José Angel Mañas, Antonio Domínguez, Jordi Soler, David Toscana, Naief Yehya, Jaime Bayly, Gustavo Escanlar y Martín Casariego Córdoba. La antología incluyó también autores de la península ibérica. Más allá de las etiquetas, las obras de esta generación ya no tratan del entorno rural sino de la vida real en las periferias, las villas miserias, de las grandes ciudades latinoamericanas a las que han sido desplazados muchos de estos campesinos y donde se produce la influencia de la cultura urbana: la televisión, la violencia relacionada con el narcotráfico, tema que trató de manera ejemplar La virgen de los sicarios de Rosario Tijeras. Algunos críticos acusaron también a McOndo de crear otro tipo de cliché, probablemente era inevitable y fue un ruido necesario pero de corto alcance. Pero la mayoría de esos jóvenes autores incluidos en la antología evolucionó de manera personal.
Los movimientos funcionan como puntos de partida para superar lo viejo, nunca puntos de llegada. La literatura, como la realidad, nunca se detiene en su mirada audaz.
