De visita literaria
Leer un libro es una forma de viajar pero también viajar puede convertirse en un quehacer literario. Si visitamos Lisboa, y nos gusta leer, podemos visitar la casa de Fernando Pessoa, donde murió y vivió los últimos quince años de su vida. Se puede ver la biblioteca del poeta, algunos objetos personales y el maravilloso retrato que pintó Almada Negreiros después dos décadas después de su muerte, que ha servido de portada de muchos de sus libros, especialmente del “Libro del desasosiego”.
Otra casa imprescindible es la de Isla Negra en Chile, residencia del poeta Pablo Neruda. Neruda era un gran coleccionista y la casa destaca por el emplazamiento y por las colecciones de mascarones de proa, caracolas marinas, botellas,
El museo-casa de Cervantes, en Valladolid, está ubicado en la auténtica mansión en la que habitó, aunque la familia del autor de El Quijote en realidad ocupaba solo una estancia.
La casa-museo de Antonio Machado, en Segovia, tiene una interesante historia ya que fue la vivienda del poeta mientras fue profesor del instituto. Cuando murió en Colliure, un admirador alquiló la habitación de Machado y la conservó tal cual estaba, el interior está conservado tal como era, con paredes irregulares y decoración austera.
La casa de Victor Hugo en París está ubicada en uno de las plazas más bellas que existen, la Place des Vosges. Los Hugo alquilaron la casa entre 1832 a 1848. La decoración permite adentrarse en la época y los con recuerdos de la vida del escritor y su familia.
Dostoevski nació en Moscú pero murió en San Petersburgo en 1881. Su viuda detuvo el reloj del escritorio en el mismo instante de su muerte: las 8.38 de la noche. Ahí está todavía ese reloj, 130 años después, marcando la hora en que se perdió uno de los grandes genios de la literatura.
Cuando un libro nos gusta mucho intentamos leer más libros del mismo/a autor/a, cuando hemos leído gran parte de su obra la curiosidad nos lleva también a su persona y su biografía, esto llega a menudo a cierto fetichismo literario, Enrique Vila-Matas, por ejemplo, ha confesado a menudo que realiza viajes solo para conocer ciertos emplazamientos donde vivieron o escribieron algunos de sus autores favoritos, una inmejorable forma de viajar por el mundo.