¿Qué leen por placer los que siempre leen por trabajo?
Jorge Morla / El País
Día 21/07/2016
Dejó escrito Confucio que si eliges un trabajo que te guste no tendrás que trabajar ni un día de tu vida. Pero tampoco hay que pasarse. Ahí va otra cita: “Cuando el trabajo es un placer la vida es bella. Pero cuando nos es impuesto la vida es una esclavitud”. Es de Máximo Gorki, y el trabajo de editor conjuga las dos proposiciones de la sentencia.
El editor se hace editor, claro, por amor a la palabra, pero la imposición lectora que demanda el cargo bordea el riesgo de que la obligación se coma al placer. En el día a día del editor todo son manuscritos, pruebas y galeradas. Párrafos y más párrafos que podemos descomponer en frases, que podemos descomponer en palabras.¿Cuántas lee un editor a lo largo de un año laboral? ¿Miles? ¿Millones? En vacaciones los editores ven películas y buscan refugio en la playa o la montaña como el resto de mortales, pero no renuncian a la pasión vertebradora de su vida, la lectura.
Le preguntamos a algunos de los principales editores de España cuál es ese libro (o esos libros) que se reservan para las vacaciones, para bebérselos en sus días libres, lejos de las obligaciones del trabajo. Bombazos de la competencia, lecturas obligadas de juventud que se escaparon en su día, buenas novelas refrendadas de forma unánime por la crítica. También quedan los clásicos, de los que muchos apuntan que les devuelven a la senda centrada de la que a veces les sacan tanta novedad literaria y cuya lectura más pausada requiere de unos cuantos días a ritmo contenido lejos del mundanal ruido.