Los negros literarios también pagan el 21% de IVA. Así trabaja un 'ghost writer'
David González / El Confidencial
Día 06/11/2015
Sus caras, sus firmas, jamás aparecerán en los libros que escriben. No son escritores del NO -aquéllos, como Robert Walser, que retrató Enrique Vila-Matas en ‘Bartleby y compañía’- y que se negaban, porque sí, a crear nueva novelas.
Las editoriales españolas pronuncian un eufemismo. Los llaman “colaboradores externos o escritores por encargo”; los editores anglosajones, con cierto prestigio y sin rubor, ‘ghost writers’. Angelina Jolie, por ejemplo, firmó ‘autógrafos de ’un libro suyo’, junto a uno de estos profesionales. En España, se les conoce de una manera despectiva: negros literarios.
No están bien vistos –de hecho, nadie los ve-. Tienen mala prensa por algunos recientes escándalos como aquella novela de Ana Rosa Quintana (‘Sabor a hiel’) y sus párrafos idénticos a otra obra de Danielle Steel o de Ángeles Mastretta.
Los negros literarios, por lo menos en este país, escriben a destajo para escritores reputados que suman tres libros en cinco años o para aquéllos que ni tienen tiempo para sentarse delante de un papel en blanco o carecen ya de historias sobre las qué escribir.