Leer y escribir después de Beckett
Mañana se cumplen 20 años de la muerte del autor de 'Esperando a Godot', cuya semilla sembrada en la novela, el teatro y la poesía, difícil y radical como pocas, continúa dando frutos y abriendo puertas
Pablo Bujalance / Málaga |
Harold Bloom cerró su Canon occidental, cuya cima ostenta William Shakespeare, en Samuel Beckett. Y no fue una decisión baladí; el irlandés representa para todos los escritores que vinieron después algo parecido a lo que Picasso simboliza en la pintura: un punto final, el término decisivo de un paradigma, la necesidad de plegar velas y volver a interpretarlo todo. Volver a nombrar todo. Resulta ciertamente ridículo pretender escribir algo nuevo o diferente después de Molloy: la única opción digna es la que ejercieron los renacentistas mediante la imitatio de sus referentes grecorromanos. Tal vez así, copiando, plagiando, como quería Borges, sea posible encontrar un camino. La cuestión es que mañana, 22 de diciembre, se cumplen 20 años de la muerte de Beckett, que nació en 1906 en Dublín y ganó el Premio Nobel (que no recogió) hace precisamente 40 años. Una excusa como otra cualquiera para recordar al último clásico, uno de los (al menos) cinco mejores escritores del siglo pasado y piedra de toque para autores y lectores.