Los mitos de los concursos literarios
A.B. Domínguez / El Liberal
Día 22/03/2015
Hay ciertos fantasmas que inquietan a las personas que participan de los concursos literarios. Ante una potencial oportunidad de participar siempre surge la pregunta: ¿quiénes son los jurados? Porque para que la composición o los versos ganen, tienen que seguir los gustos de quienes potencialmente los podrían elegir. O sea que habría que "escribir para el jurado" o al menos ser amigo de algunos de ellos. Y cuando se conoce el veredicto y la narración o el poema del participante no figura entre los premiados, el que no ganó desconfía: ¿lo habrán leído? Lo que lleva inmediatamente a la conclusión de que el concurso "ya estaba arreglado" para que gane el Fulano o la Zutana que ya son escritores reconocidos. Ante estas situaciones vale la pena analizar no solamente el colosal trabajo de los jurados, sino también de quienes envían trabajos que son sencillamente el primer borrador, muchas veces ni siquiera corregidos. La versión final en literatura a veces dista mucho de su primera edición. Hasta los escritores más encumbrados, como Borges, seguían corrigiendo sus trabajos en las nuevas ediciones. Y es famosa la expresión del escritor cuando decía: "Que se imprima rápido, porque sino seguiré corrigiendo". Este trabajo de pulido, tal cual lo haría un orfebre, es muchas veces lo que hace la diferencia entre un original y otro. Los que eligen Un concurso literario no es un taller donde la gente se junta y muestra sus escritos. Tiene algo de selva, de jungla de letras.