El marxismo-pop y la gente derrotada
Manuel Vicent / El País
Día 28/01/2015
En 1945, en el corazón de la más dura posguerra, un hombre que había sido policía durante la República, afiliado al PSUC, detenido y condenado, volvía a casa después de haber cumplido varios años de prisión. Vivía en la calle Botella, en el Raval de Barcelona. El hombre subía muy abatido esa mañana con una maleta de cartón a su piso donde le esperaba su mujer, una humilde modista, y en mitad de la escalera se cruzó con un niño gordito de cinco años. Los dos se miraron muy sorprendidos al verse por primera vez. Así cuenta Manuel Vázquez Montalbán el momento y el lugar en que conoció a su padre.
En el Raval se agitaba un hormiguero de gente derrotada cuyo único afán era sobrevivir. En medio del hedor escalfado de la alcantarilla y de los gritos de buhoneros y menestrales la radio sacaba a la calle coplas y pasodobles desde los colmados, bares y prostíbulos. El niño creció entre las historias de amor, los lances de pasiones y celos, los sueños imposibles que expandían los dulces boleros por los patios de luces, terrazas y balcones llenos de ropa tendida. Ese fue el primer alimento que nutrió su inconsciente. Concha Piquer cantaba Tatuaje y aquel niño no tenía que forzar la imaginación, puesto que eran de verdad los marineros rubios como la cerveza, llegados en un barco, que él veía entrar y salir de los antros de lenocinio. Todos los días se encontraba con mujeres apoyadas en el quicio de la mancebía, con machacas, chulos, pícaros y tipos anónimos silenciosos y humillados que, no obstante, manifestaban en la mirada una rebeldía soterrada ante una libertad reprimida. Leía los tebeos de El hombre enmascarado, de Fantomas y Juan Centellas; coleccionaba cromos de futbolistas del Barcelona, Calvet, Seguer, Basora, César y Gonzalbo. El horizonte del chaval pudo ser el taller de mecánico, pero su padre, con buen tino, lo matriculó en una academia privada para que estudiara el bachiller y de esta forma el destino se puso a su favor y el chaval pudo llegar a licenciarse en Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona.