Escritores contra escritores, de Albert Angelo
Escritores contra escritores de Albert Angelo
Lejos de cualquier mito romántico, la imagen que da de los escritores Francesco Piccolo en su libro Escribir es un tic es la de unos personajes corrientes y molientes, dedicados a sus quehaceres con paciencia y constancia, y con el manejo de una técnica concreta que casi los iguala con fontaneros o con bibliotecarios. La compleja personalidad de los escritores, esa que hacía a Borges postular un desdoble, un escritor y un no escritor en la misma persona, la considero derivada de otras circunstancias. Dejando aparte el hecho de que cada escritor es hijo de su padre y de su madre ?y de que los hay tímidos como Juan Rulfo, secos como César Vallejo, antipáticos como Juan Ramón Jiménez, payasos como Gómez de la Serna, serios como Ortega y Gasset, carismáticos como García Lorca o de personalidad avasalladora como Neruda?, creo que ese desdoble es la derivación lógica de un oficio que entraña el coqueteo con la posteridad. Las mieles de la eternidad son demasiado apetecibles para que en muchas ocasiones a estos individuos, los escritores, no les importe pisar y pasar por encima de otros escritores para alcanzar la cima del éxito. O más bien habría que pensar que los enfrentamientos son los normales entre el género humano, con la particularidad de que trascienden del mero conflicto personal.