Juan Goytisolo, la tradición del autor radical
Jorge Carrion / Clarín
Día 28/11/2014
Todos los grandes escritores crean un mito de origen, un mundo propio y su propia genealogía. Ese momento crucial en la vida, esa génesis que lo provocó todo, en el caso de Juan Goytisolo es muy tardío. Si lo normal es que el big bang ocurra en la juventud, en su caso sucede en la edad adulta. Cuando ya había publicado nueve novelas y libros de relatos, todos más o menos emparentados con el realismo social, el escritor no sólo se cayó del caballo: también lo hizo de su pareja y del continente europeo. No fue una caída drástica, sino un proceso que duró varios años. Aunque se había enamorado sinceramente de la novelista francesa Monique Lange, aceptó finalmente su homosexualidad. Aunque se había exiliado voluntariamente en París, decidió seguir una vieja pulsión y explorar el norte africano. Y aunque se había consagrado como autor emergente español gracias a su compromiso político y literario con la denuncia de la miseria y del régimen dictatorial, optó por cambiar de rumbo, experimentar, romper, reconstruir, volverse heredero de la gran novela internacional, y no de la pequeña novela local. Ser hijo de Cervantes, Leopoldo Alas “Clarín”, James Joyce, de Las mil y una noches .
El rechazo de lo tradicional, por tanto, se dio a todos los niveles: familia, patria, obra. Se fue separando de Lange, se fue distanciando de su poder en la editorial Gallimard, escribió Señas de identidad (1966) como proceso catártico (examen de conciencia, inicio de la deconstrucción de España, hibridación de memoria y ficción) y finalmente se instaló en Tánger, desde cuya orilla pudo concebir y redactar Reivindicación del conde don Julián , una de las obras más radicales jamás escritas en castellano, un castellano que se abre al francés, al inglés, al árabe, porque rechazar la España franquista significa abrirse a sus dimensiones judías y musulmanas, a todo aquello que proscribió el imperialismo ibérico.