La maratón otoñal de los premios literarios
José Luis Ibáñez Riado / Zoomnews.es
Día 12/11/2014
No es casual que buena parte de los grandes premios literarios se acumulen en otoño. Octubre es el mes del Nobel, el del Planeta y el Herralde en España, y el del Booker en Inglaterra. Noviembre es el mes loco para la literatura en francés. La Navidad está al caer y las editoriales toman posiciones.
En la liga universitaria de baloncesto de los Estados Unidos, la NCAA, se habla del March Madness –la locura de marzo– por la acumulación de partidos trascendentales en pocos días durante ese mes. En Francia podríamos hablar de la Folie de Novembre en lo que hace a los premios literarios más importantes.
La locura –los periodistas galos hablan de maratón– empezó el día 30 de octubre con la concesión del muy oficial premio de la Academia Francesa al escritor Adrien Bosc por su novela Constellation.
Cuatro días más tarde, el 3 de noviembre, se entregó el Femina a la escritora haitiana Yanick Lahens por Bain de Lune. Lo otorga un jurado compuesto solo por mujeres, dado que nació como contraposición al súper masculino Goncourt, y se ha convertido en uno de los más prestigiosos en lengua francesa. Este premio, en su vertiente extranjera, catapultó a la fama europea, entre otros, a Javier Marías (1996) y Antonio Muñoz Molina (1998).
Veinticuatro horas después, Antoine Volodine se llevó el Médicis con Terminus radieux. Este premio reconoce a un autor "cuya fama no vaya aun pareja a su talento". Tiene también una versión internacional que consagró, por ejemplo, a Enrique Vila-Matas (2003).
El 5 de noviembre, se conoció a los ganadores del Goncourt –el gran premio en lengua francesa– y del Renaudot. Ahí es nada.