¿Quién es tu negro literario?
Anna María Iglesias / culturamas.es
Día 26/10/2014
No todo el mundo sabe escribir, pero todo el mundo tiene el derecho de publicar un libro.Éste podría ser el lema con el cual justificar la labor y, como algunos de ellos reivindican, el oficio del negro literario, una figura que, comentaba Manu Manzano –hoy novelista, pero durante muchos años negro literario para un gran grupo editorial- a Xavi Ayén en un interesante reportaje realizado en el 2010 por el periodista de La Vanguardia, en Estados Unidos goza de un reconocimiento que, aquí, sin embargo, se le niega. El “ghost writer”, término anglosajón, sin duda más certero y sin connotaciones xenófobas e, incluso, esclavistas, con el que se denomina “nuestro” negro literario, es “en Estados Unidos”, explicaba Manzano, “un oficio tan respetable como cualquiera, con los nombres de los negros impresos en la portada”, algo impensable en nuestro país, donde las grandes editoriales obligan a sus negros, a través de rígidas cláusulas en contratos, al más absoluto de los silencios. La historia literaria ha desvelado los inicios “fantasmáticos” de más de un insigne autor: uno de los casos más reconocidos es el de Shakespeare, a quien se le acusó – acusa que todavía sigue en pie-de haberse apropiado de textos teatrales de Marlow. Si bien el caso del autor de Hamlet se inscribe más en la tradición del plagio, su nombre se suma al de Alejandro Dumas, Victor Hugo o Asimov y, más recientemente, al de Thomas Clancy que, como recuerda Jose Luis Ibañez Ridado, se asoció con Steve Pieczenik para que este último seleccionara los documentalistas y redactores más apropiados para cada novela, cuya líneas temáticas trazaría el propio Clancy. La historia, desenmascarando los gosth writers, ha demostrado que la praxis del engaño autorial no es exclusiva solamente de algunos: desde los más reconocidos literariamente hasta los más comerciales y literariamente discutibles, no hay aparentemente discriminación o, al menos, así era puesto que, en los últimos años, el “negro literario” ha visto reorientada su carrera hacia libros de memorias de figuras públicamente reconocidas, pero sin carrera literaria, hacia ampulosas sagas literarias destinadas al mayor de los éxitos y hacia libros-producto, es decir, libros que nacen como mero producto comercial a partir de un producto o de una moda previa que “justifica” su existencia.