Cómo ser escritor en un mundo que no te deja escribir
Miqui Otero / El País
Día 14/10/2014
Parece extraño que alguien que decide escribir no pueda aguantar el suplicio del silencio y la barra parpadeante del cursor más de media hora. Un escritor que no tolera ese suplicio es como un pirómano postulándose para el ingreso en un cuerpo de bomberos. Pero más extraño es que en la mayoría de los casos así sea. Que los ingenios que tienen tiempo de contemplar cómo la página sigue en blanco son los que se erosionan más rápido. Y que, por otro lado, se hayan escrito tan grandes diarios desde las cárceles más inmundas y aplaudidos reportajes novelados desde los hoteles asediados de las peores guerras. Ahora esos dos frentes acaban de aliarse gracias a la tecnologías como Write or Die, una aplicación que busca recrear la incomodiad y la urgencia en la comodidad de un despacho.
El propósito de esta aplicación, que ya va por la segunda edición y que han empleado algunos conocidos novelistas, es hacer de institutriz victoriana que golpea con una regla de madera en los nudillos del aprendiz de pianista si deja de practicar. De hecho, su lema es Putting the prod in productivity (un juego de palabras que, por traducir, podríamos dejar en Somos el pinchazo de la productividad). Y ofrece distintas formas de presionar al usuario para que su ritmo de escritura no decaiga. En su nivel Amable, salta un mensaje en página para recordarte con más o menos cortesía que debes escribir. En el Normal, el trato se recrudece: los altavoces del ordenador emiten un sonido horroroso cada vez que el autor se rasca la coronilla demasiado rato. La Kamikaze afea las cosas. cuando se deja de teclear, se obra la pesadilla más recurrente en un escritor: las palabras empiezan a esfumarse, a borrarse una detrás de otra. De la última fase, Nyan Cat, llamada así por uno de los memes más delirantes de la historia de Internet, mejor ni hablar. La pantalla se vuelve rosa, púrpura, color Apocalipsis, como el cielo de un conflicto bélico. Son los colores del meme pero es como escribir en un Beirut en guerra.