Hoteles Literarios - 1
Hoteles Literarios - 1
El imaginario novelesco está poblado de hoteles, algunos lujosos y otros miserables, más o menos metafóricos, algunos destacan porque en sus habitaciones escribieron insignes autores y otros porque formaron parte de los relatos de ficción. En esta serie de artículos recordaremos algunos emplazamientos míticos como la habitación 217 (ahora es la 201), donde pernoctaba Ernest Hemingway en el Gran Hotel La Perla, de Pamplona. Todavía hoy se mantiene intacta y los amantes de la escritura del autor de Fiesta, han convertido el establecimiento en lugar de culto.
Destaca entre ellos el Grand-Hôtel de Cabourg que Marcel Proust, el autor de «En busca del tiempo perdido», convirtió en su lugar de veraneo. Lo visitó por primera vez de niño, acompañado por su abuela. Volvió con su madre en 1890, y solo en 1891. Entre 1907 y 1914 volvió todos los veranos. En una de sus estancias coincidió con el surrealista Philippe Soupault, que aún tenía 15 años y le confesó en la terraza que le gustaría ser escritor. A pesar de la remodelación llevada a cabo en 1994, el Grand-Hôtel de Cabourg conserva el ambiente normando y burgués por los cuatro costados, y mantiene vivo el recuerdo de su huésped más ilustre incluso en su dirección: paseo de Marcel Proust. Sin embargo no lo inmortalizó con sus mejores palabras: «No puedo escribirle en medio del tumulto ensordecedor y melancólico de este atroz y suntuoso hotel», escribió a su amigo Émile Mâle refiriéndose al Gran-Hôtel de Cabourg.
El escritor ruso Vladimir Nabokov, autor de Lolita, convirtió el hotel suizo Le Montreaux Palace en su residencia, desde donde podía disfrutar de unas espectaculares vistas sobre el lago de Ginebra y los Alpes.
El Pera Palace, de Estambul se convirtió en destino preferido para muchos escritores durante la primera mitad del siglo XX, la habitación 411 de este hotel sirvió de fuente de inspiración de Agatha Christie para escribir la célebre novela Asesinato en el Orient Express.
Uno de los más exóticos es el Hotel Casino de la selva en el que el escritor el Malcolm Lowry ideó su célebre novela Bajo el volcán a finales de la década de 1930, y que destacaba por sus murales, obra de insignes artistas mexicanos.