Adiós a un gran editor: Jaume Vallcorba Plana
El pasado 23 de agosto nos dejó una de las figuras claves del segundo tercio del sXX en España, el profesor y editor Jaume Vallcorba Plana. Es imprescindible recordarlo y rendirle homenaje por ser una figura única que siguió la mejor de las tradiciones editoriales y fue un precursor. En la literatura catalana fue capaz de crear una colección actual que conectó con los lectores sin menoscabar la calidad, y en la edición en español, a través del ya mítico sello Acantilado, logró publicar aquello que los lectores ni siquiera sabían todavía que querían leer.
Vallcorba fue discípulo avanzado del gran maestro Martí de Riquer, fue profesor de literatura románica en la Universidad de Burdeos, la Universidad de Lérida, la Universidad de Barcelona y la Universidad Pompeu Fabra, y en todos estos años fue un referente para los jóvenes filólogos por su auténtica pasión por la literatura universal que supo transmitir a sus alumnos y que después, cuando dejó la enseñanza universitaria en 2004 para dedicarse exclusivamente a la edición, supo transmitir a sus lectores al hacerles redescubrir en nuevas ediciones a clásicos como Chateaubriand, James Boswell, Montaigne, y a un buen número de autores europeos, desde Pessoa a Imre Kertész, Stefan Zweig o Joseph Roth. También le reveló al público español muchos autores contemporáneos centroeuropeos que no habían sido traducidos.
Su última gran lección no la dio en la universidad sino a sus amigos y colegas, tras serle diagnosticado el tumor cerebral, con su coraje vital ante la muerte. Inka Martí, coeditora de Atalanta con Jacobo Fitz-James Stuart, escribió en esos días sobre la ejemplar despedida:
“De las últimas conversaciones destaco la que tuvo con Jacobo por teléfono. Al finalizarla:
-Sabes Jacobo, me doy cuenta de que lo realmente importante en esta vida es reír.¡Reír!- exclamó con ese timbre de voz apasionado y vital que tenía. -Reír, reír, reír.
Y en esa letanía mántrica de la risa continuó hasta que colgó.
Y es que, en sus últimos días, Jaume se había transformado en un sabio taoísta”.
Sus lecturas y su pasión no nos abandonarán a los lectores de su catálogo.