Buscando en el refranero popular I

 

El lenguaje no es algo tan cercano y cotidiano que a menudo apenas reparamos en él. Por eso en muchos casos cuando intentamos escribir literatura nos sorprende lo que nos cuesta dominarlo y moldearlo a nuestro antojo siendo una herramienta tan próxima. Los refranes son parte de esta cercanía, los usamos con frecuencia y sabemos con qué propósito pero casi siempre ignoramos de dónde proviene el dicho. En la mayor parte de las ocasiones resulta realmente curioso, he aquí algunos ejemplos:

 

MATAR EL GUSANILLO

Significa beber una copa o picar algo hasta que llega la hora de comer.
Antiguamente existía la convicción de que en el interior de las personas  habitaba un gusano que chupaba la sangre  y, que según esa creencia, se comía todo aquel alimento que una persona tenía en el estómago (sobre todo mientras dormía, de ahí que se despertase con hambre). Ese era el motivo por el que se aconsejaba tomar un trago de aguardiente en ayunas, lo cual creían que conseguiría que el ‘gusanillo’ que correteaba por dentro de las entrañas quedase adormecido o incluso muriese, dando así origen a esta popular expresión.

 

PAGAR A TOCA TEJA

Con esta curiosa expresión te están pidiendo que desembolses una compra o reembolses una deuda al contado, en efectivo y en mano.
El origen de la expresión ‘pagar a tocateja’  proviene de una moneda de oro de gran tamaño (7,15 centímetros de diámetro y 339,35 gramos de peso) acuñada por Felipe III (de la Casa de los Austria) en el siglo XVII, llamada centén y cuyo valor era de 100 escudos.
Probablemente y debido al  gran tamaño que tenía cada moneda de centén, no tardó en comenzar a ser conocida popularmente con el nombre de ‘tejo’, que era la manera con la que se llamaba al pedazo pequeño de teja o piedra. Con el tiempo de tejo pasó a teja. Por lo tanto ‘pagar a tocateja’ era concretamente tocando la teja, la moneda.

 

 TIENES MÁS CUENTO QUE “CALLEJA”

"¡Tienes más cuento que Calleja!" Fue ésta una frase popular y extendida por toda España hasta hace muy poco y que incluso hoy se sigue usando. Suele significar que ciertas razones, explicaciones o disculpas que nos dan, o ciertos comportamientos, suenan a falsos, o cuando menos a fantasiosos.
La expresión proviene de un personaje real, Saturnino Calleja Fernández, que era propietario  de una editorial de cuentos para niños. Los textos recogían, convenientemente “arreglados”  para no aburrir o  asustar a los niños lectores, tradiciones anónimas, clásicos de los hermanos Grimm, o de las "Mil y una noches", etc. Pero también otros textos inéditos, que sin firma o tan sólo figurando unas simples iniciales, eran escritos especialmente para Calleja.
Calleja lo cambiaba todo: El soldadito de plomo que salió del cuarto de los juguetes y tantos avatares sufrió en su aventura, lo hizo por devoción a la Virgen del Pilar y no por el amor de la muñeca bailarina, según la primera edición de este cuento infantil que la Editorial Calleja publicó en España. Entre las "licencias" que los Calleja se tomaban en los cuentos que publicaban se encuentran las de cambiar los argumentos, los nombres y los finales: 'Hansel y Gretel' fueron 'Juanito y Margarita' y 'El Barón Munchausen' , por ejemplo, pasó a ser el Barón de la Castaña.

 

 

 

 

 

 


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