“‘Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo’: breves reflexiones”
Por María Rosa Maldonado
Dice Rolando Revagliatti: “Del pajarito/ tras volar/ queda en la rama/ el no cantado canto”. El canto no cantado, queda latente por debajo de la superficie del poemario. Se adivina lo cáustico quemándose. Dialéctica, la ironía se vuelve reflejo en espejo. La pregunta por el yo, acarrea multiplicidad y desconcierto: “Hoy en todo el día/ no he logrado saber/ quién en mí/ se dice yo”.
Los poemas, breves y concisos, exponen una apariencia lúdica: Juego de palabras. Juego de máscaras. Juego del deseo irrumpiendo sin concesiones.
El ELLO apunta su flecha hacia el Yo, y siempre da en el blanco.
Mejor no hablar en serio. Pero el dolor de la intemperie y la ausencia de verdades a las que asirse, se mezclan al doble sentido burlón de los sintagmas. Somos el resultado de nuestro “bruto interno”, pero también estamos conmovidos por lo pavoroso de la belleza: “Viene con abismo/ la belleza”.
Desde el profundo no-saber se despliega la vida humana. Y es desde esa ignorancia que la escritura se hace posible.
Por eso: “Es en el pequeño Revagliastés Deslustrado/ donde sabremos hallar fácilmente/ la fuente inagotable de nuestro absoluto/ desconocimiento”.
Crear, escribir poemas, es un acto sin esperanza, pero legitimado por la búsqueda de la belleza. Y tal vez, también, y necesariamente, por ese tranvía llamado Deseo…
Si bien “Esto es estar vivo:/ alucinar/ en un/ ataúd”, tenemos una convicción salvadora: “No es exactamente el amor lo que es ciego/ es más bien exactamente lo que no es el amor/ lo que es ciego”.
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‘Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo’ de Rolando Revagliatti, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2024, 116 páginas.