Tras la lectura de La Colmena de Camilo José Cela

Tras la lectura de La Colmena de Camilo José Cela

Tras la lectura de La Colmena de Camilo José Cela y del extenso estudio introductorio elaborado por Darío Villanueva, llego a la conclusión de que no comparto el significado que para el profesor tiene la novela, ya que no veo, por ningún lado, esa solidaridad o humana caridad que él considera como tema fundamental de la obra. En mi opinión, el tema del texto es todo lo contrario: el dolor y la desgraciada existencia que todos esos personajes tienen que soportar y, más que el aburrimiento, como dice Carenas, la resignación, el cinismo o la amargura (algunos más que otros, indudablemente). Ejemplos de ello son la obligada prostitución de Victorita para poder curar a su novio tísico, el asesinato de Doña Margot y la relación, digna de lástima, de esta con su hijo. Asimismo, podemos afirmar que Cela supo retratar, como nadie, el horror de la posguerra que viene a significar el hambre física y espiritual o la soledad. Todo esto es visible en la lamentable vida que soportan las prostitutas y que supone otro de los numerosos ejemplos que ofrece el libro. En consecuencia, destaca el egoísmo, latente en Doña Rosa, o la maldad y repugnancia que aflora en la madre de Victorita, por ejemplo. Así, podemos afirmar sentenciando que el lector dibuja una sonrisa amarga en la cara, tras la lectura de la obra. Muestra de ello es la escena, casi al final y de un sadismo terrible, del perro moribundo al que los basureros tiran dentro del camión de la basura, mientras un niño goza viendo como no acaba de morir. En efecto, es evidente que muchos personajes son como animales, particularmente Doña Rosa, que se han ido endureciendo a causa de la vida que les ha tocado soportar. Por todo ello, concluyo señalando que es un libro pesimista, sin esperanza, ni posibilidad alguna de salvación. Por otro lado, me he atrevido a escoger el fragmento que podría considerarse como el texto más gris de la novela, perteneciente al 1º capítulo. En él, destaca el personaje de Padilla, un tipo habitual del café, que está tan habituado a Doña Rosa que ya no le sorprende su comportamiento. En este fragmento, también podemos observar que el narrador se retira y no apostilla y que se remite al café de Doña Rosa, un espacio fundamental porque todos los personajes pasan por ahí. Es, en esencia, un punto de encuentro, un micromundo. Por otra parte, podemos observar en el fragmento que la primera imagen de Doña Rosa es la de una persona que va arrasando con todo. Se caracteriza por su modo de hablar y por el empleo de frases breves y una expresión coloquial y cotidiana. Doña Rosa es tacaña y aparece cosificada por el narrador. Es como un animal que defiende su territorio. Es un personaje desagradable, aunque el narrador nunca lo dice, pero se deduce de su descripción. Es, con todo, el personaje más importante junto a Martín Marco."Padilla, el cerillero, habla con un cliente nuevo que le compró un paquete entero de tabaco. -¿Y está siempre así? -Siempre, pero no es mala. Tiene el genio algo fuerte, pero después no es mala. -¡Pero a aquel camarero le llamó bobo! -¡Anda, eso no importa! A veces también nos llama maricas y rojos. El cliente nuevo no puede creer lo que está viendo. -Y ustedes, ¿tan tranquilos? -Sí, señor; nosotros tan tranquilos. El cliente nuevo se encoge de hombros. -Bueno, bueno... El cerillero se va a dar otro recorrido al salón. El cliente se queda pensativo. -Yo no sé quién será más miserable, si esa foca sucia y enlutada o esta partida de gaznápiros. Si la agarrasen un día y le dieran una somanta entre todos, a lo mejor entraba en razón. Pero, ¡ca!, no se atreven. Por dentro estarán todo el día mentándole al padre, pero por fuera, ¡ya lo vemos! "¡Bobo, lárgate! ¡Ladrón, desgraciado!" Ellos, encantados."Si, señor; nosotros tan tranquilos."¡Ya lo creo! Caray con esta gente, ¡asi da gusto! El cliente sigue fumando. Se llama Mauricio Segovia y está empleado en la Telefónica. Digo todo esto porque, a lo mejor, después vuelve a salir. Tiene unos treinta y ocho o cuarenta años y el pelo rojo y la cara llena de pecas. Vive lejos, por Atocha; vino a este barrio por casualidad, vino detrás de una chica que, de repente, antes de que Mauricio se decidiese a decirle nada, dobló una esquina y se metió por el primer portal."

Sue Camaño


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