María Gainza. Un puñado de flechas. Anagrama.
La importancia de un carcaj no acepta aduladores, ni para hacer favores porque sí, sin contar con la persona. La importancia del carcaj fue que Francis Ford Coppola vislumbró y vaticinó el futuro de una escritora notable o excelente, que admiraba a los escritores, con sus más variadas lecturas (entonces María Gainza no escribía), creyendo que “la literatura era producto del genio joven”. Me gusta escribir y leer autoficción. María Gainza está bloqueada para escribir, es dura la situación ante el folio en blanco o la pantalla del ordenador y no poder escribir nada. Quiere hacer otra cosa distinta para que le llegue la inspiración. Al contar con una maestra de pintura se lanza a la tarea. Nos habla del deseo de coleccionar arte, el poder de la adquisición, de la investigación de la neuroeconomía. Rememora sus años estudiando la carrera de arte. Nos presenta y describe a un coleccionista enigmático.Él está interesado por ella. El coleccionista dice que él no compra. Imagina el inicio de su labor de coleccionista como la de un esteta. El coleccionista le explica su trabajo y le muestra su colección. En la narración utiliza rico léxico y términos en inglés y latín. Escribe variedad de citas culturales. Aparecen protagonistas del mundo del arte, personajes históricos que lo han estudiado y, nombra de soslayo el mundillo artístico. Con María Gainza se aprende arte de forma amena. Gainza entabla conversación con un ave (“adecentando sus plumas como si literalmente hubiera caído del cielo”), como Nikola Tesla hablaba con una paloma. Curioso. Incluso místico. Es reflexiva.¿Será María una santa, una persona asceta o una mística? ¿Desearía serlo? Todos tenemos nuestra parte espiritual. Mientras tanto escribe su narración. Aparecen títulos de libros que ha leído y escribe citas que tenía guardadas. También brota en la novela películas de cine. Ella como fanática de Walden Pond, decidió estudiar a Boston, en Concord. Nos relata sobre el círculo de escritores los trascendentalistas. John le Carré se encuentra en sus lecturas juveniles, sin embargo, destaca la lectura que hace de Walden. María nos habla de sus problemas de salud. No me la imagino de borrachera en borrachera los fines de semana, aunque tiene hambre y sed de conocimiento. El libro es un ensayo y narración y contiene fotos. Algunas anotaciones de su diario han sido censuradas por su tono lúbrico. Faltó poco para que Gainza publicara en una pequeña editorial, gracias a una amiga escritora, firmó un contrato con una gran editorial europea. Durante diez años de su vida se dedicó a ser crítica de arte. Un editor le dio este consejo: “Salvo que hayas sido testigo presencial de un acontecimiento histórico, jamás uses la primera persona”. “La escritura de mis libros debe ser algo que sucede mientras hago otra cosa”, nos dice María Gainza. Ella es sensible. La sensibilidad aflora con la voz de la conciencia que en un estanque o lago se llena. También se le puede percibir como una mujer fuerte. Entretanto ella se rodea de arte, se llena de vida y no deja de escribir.
Francisco José Blas Sánchez