LA AGUDEZA DE LA MIRADA “Collage”

LA AGUDEZA DE LA MIRADA “Collage”

Catalina Boccardo, Ediciones en Danza, Buenos Aires 2015.

En “Collage” ya desde el título el poemario alude a lo recortado y unido con posterioridad. Lo fragmentario hace espejo con el trabajo de recepción del poema: desarticular para luego buscar un modo de compaginación. El efecto parece apoyarse en la captación de la imagen en forma fragmentada a la manera de un caleidoscopio. La imagen es potente y queda recortada en el verso como un estallido. El contrato de lectura propone descifrar un acertijo y completar las partes. No es la ilación de los versos lo que produce el sentido sino el alto poder de lo que ha estallado en cada verso o, en otras palabras, el efecto de la emanación del estallido. Se trata de un libro en el que las preguntas implícitas y las imágenes potentes más el recorte sugerido en el título son un procedimiento estilístico evidente, como ocurre en el poema de la página 30 –“Figura quince”- donde el verso está cercenado quebrándose como si deliberadamente las palabras se distanciaran entre sí con el fin de despejar el camino para llegar a un núcleo. De este modo la poesía se prefigura como derrotero de una exploración. El desmembramiento del poema en la mitad física del libro, siendo a su vez el último poema de la primera de las dos partes que lo componen, tematiza no fortuitamente la condición de la mujer frente al hombre en el plano de los géneros sexuales. Discurso sesgado que se sostiene en lo elidido, al sesgo siempre, huyendo de la obviedad, de lo explícito y llano, cada poema contornea, incansable, ese núcleo que se vislumbra y se oculta al que la voz persigue con un gesto empeñoso y a veces desgarrado. Lo aludido y lo sesgado se encuentran en un permanente estado de tensión. El juego entonces deslumbra, el movimiento no cesa, lo perseguido escapa y se vuelve a perseguir, la voz surge así como metáfora de la parábola de Sísifo. Este movimiento se patentiza justamente en el poema de la página 35 –“el género de artemisia” - cuando lo categórico se expresa en un idioma extranjero. El discurso extranjero encubre en cierta medida la nitidez del enunciado. De este modo al haber abandonado el código de la propia lengua lo explícito queda empañado. El decir en estos poemas implica no franquear los límites y mantenerse en ellos hasta el final. Para la concepción poética de Boccardo en este libro lo explícito, lo obvio dan la impresión de ser enemigos de la belleza. Las imágenes brillantes y lúcidas sobresalen del cuerpo del poema y enfatizan el efecto de fragmentación, fragmentación que en este caso da cuenta de una visión del mundo compuesta de elementos críticos presentes en el poema. Estamos frente a una poesía de indagación y reflexión no carente de lirismo, una poesía en la que el contraste entre lo rudimentario y lo que fulgura entra en fricción manteniéndose en ese borde quebradizo a punto de romperse, pero que no cae ni aquí ni allá, una poesía sustentada en la tensión necesaria que produce el ya citado efecto estético. La vibración del poema se sostiene en un punto muy alto y allí permanece. La agudeza de la mirada traspasa lo observado con obstinación y lucidez y un dejo de candor a veces, la mirada fluctúa abarcando las cualidades opuestas de lo observado. Nutrida cantidad de notas al pie suponen una disposición estética que abre el libro hacia la historia del mundo y la historia de la cultura desencadenando un atisbo filosófico ineludible. No es casual que en la segunda parte del libro, en la que intelectuales y artistas son el eje temático, esté escrita en minúscula y allí, hacia el final, aparezca esa suerte de autobiografía poética en la página 60: el sujeto de la enunciación se vislumbra socavado aunque expuesto al mismo tiempo y articulado mediante la constante interrogación, único poema que carece de título y por lo tanto no figura en el índice. No es menos significativo que este poemario, donde confluyen el mundo pictórico y cinematográfico además del literario, concluya con el poema “el suspenso de hichtcock” que hace gala de la estructura caleidoscópica esbozada en páginas anteriores, aquí se profundiza el procedimiento, acaso para refrendar el salto continuo del discurrir del pensamiento humano o plasmar una imagen de la cultura contemporánea. Los atisbos formales de este desenlace producen que la ilación convencional dé un paso más allá como si se asaltara el objeto observado y se lo intentara despedazar con el propósito de auscultarle lo más profundo de su interioridad. Lo desarticulado en este poema encuentra su modo de conexión gracias al estribillo repetido. La aparición de la pantalla cinematográfica permite que se quiebre la distancia entre lo represando y quien lo observa quizá poniendo de relieve que el cine a partir del siglo XX ha sido el arte de mayor evolución hasta la actualidad. De este modo se cierra un libro en el que, a través de una voz propia y original, el rastreo y buceo de la obra de arte convertida en objeto de observación despiertan nuevos interrogantes.

Irma Verolín

 


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Excelente reseña.

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