EL LENGUAJE DE LOS CUERPOS “Cuentos de mujeres leves”, de Irma Verolín
Palabrava, Santa Fe 2023, Argentina.
“Cuentos de mujeres leves” de Irma Verolín es una serie de historias centradas en personajes con un trazado límpido y un perfil con algunas características comunes. Si algo los vincula sin duda se trata de la condición de sentirse perdidos en medio de su propia existencia: Una muchacha soñadora que cree tocar el cielo con las manos y su distracción empapada de emociones la sumerge en el desastre. Una joven que reniega del festejo de su cumpleaños y masculla su protesta para ejercitar finalmente su desquite. Mujeres solas en un departamento desarrollando pequeños rituales al final de sus vidas. Una mujer que intenta por todos los modos posibles desembarazarse de una calavera vagabundea en un mundo peculiar que da la impresión de haber roto con las pautas del que conocemos. Una señora ya anciana en constante perplejidad ante su presente y con dificultades para comprender su propio pasado. Todos los personajes de estos relatos parecen nadar en aguas desconocidas para que la frustración y el deseo encuentren un punto de fuga en peripecias por lo general inesperadas. En este libro hay dos relatos con niñas, el más breve se sitúa frente a una venta abierta durante la noche y la noche devora a la niña sin remedio. En el más extenso hay un viaje que aunque se presente como tal, se vislumbra menos como un deambular por el espacio territorial que como un atravesar el tiempo, esa materia inexacta e inaprensible que parece compartir con los personajes su cualidad, aquí los personajes son la niña y su padre rumbo a una locación suburbana que enhebra un discurso cargado de simbolismo. El último adquiere la estructura del viaje pero, aunque se desarrolla en el espacio físico, describe paralelamente una travesía más interior, más íntima. Lo distintivo en la escritura de estos textos reside en la construcción de una voz narrativa personal atravesada por la mirada melancólica. Una suma de elementos permanentes parece operar en estos relatos: las ventanas, la televisión, el trazado de un perfil determinado de la figura femenina y el casi obsesivo intento por capturar el sentido del tiempo. El tiempo, materia inasible, se perfila aquí con una pretensión de corporeidad. Probablemente sea la simbolización de la categoría temporal lo que marca el ritmo de estos acontecimientos o lo que subyace a la manera de un sustento por debajo de las peripecias y el perfil de los personajes. Personajes que no enuncian, no saben o no pueden hablar y entonces el cuerpo ocupa el foco de la escena. Hay un conflicto entre cuerpos y palabras que no se resuelve y en torno a esa tensión se entreteje el núcleo del conflicto. A falta de palabras el cuerpo se expresa a través de acciones que denuncian, bien cabe aquí la remanida frase “El cuerpo grita lo que la boca calla”. En la sucesión de historias aparecen cuerpos afectados por la vejez y la enfermedad, cuerpos imaginados al confeccionar camisetas de fútbol, cuerpos tensos ante lo incomprensible, la percepción de una niña del cuerpo de su padre. Los cuerpos ausentes en Noche inmensa, en Tres velas y en Mac. El cuerpo vulnerado, el cuerpo que se rechaza a sí mismo. En este no decir el silencio cobra envergadura. Las situaciones son posibles porque los personajes tienen alguna clase de problema con el cuerpo, con su noción de cuerpo, su ausencia o su malestar. Cuerpo muerto de la cremación y otro cuento que es la historia de una calavera se encuentra en la mitad física del libro como una tematización de este planteo. También hay en varios cuentos mujeres viudas para las que los cuerpos de sus difuntos maridos adquieren cierta cualidad fantasmal. Sin embargo lo remarcable en estos relatos es el trabajo de lenguaje que está sin duda al servicio de la creación de un clima que introduce al lector en un microcosmos envolvente y sugestivo. Si bien estos relatos funcionan separadamente sin conexión argumental se infiere con claridad la construcción de un sólido universo narrativo en el que este libro suma su aporte a una obra creada con anterioridad. Merece ser mencionada la excelente factura de impresión que estuvo a cargo de Palabrava, impecable y de buen gusto.
María A. Tolosa