TO BE OR NOT TO BE? THAT IS THE QUESTION
Eduardo N. Cordoví Hernández Lawton,
La Habana. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
¿Ser o no ser? Esa es la pregunta; le hizo decir Shakespeare, a Hamlet, pero le faltó decir: qué y cómo. Ser qué o no ser qué, y cómo serlo. Si ahora mismo te preguntara: ¿Quién eres? Casi seguro responderías con tu nombre; con probabilidad, tu apellido incluido. Pero tu nombre completo funciona como la etiqueta que ponemos a un frasco, para conocer su contenido; quizás, digas: una mujer o un hombre, según sea el caso, pero una mujer o un hombre, son las designaciones civilizadas para los sexos, hembra y macho, lo cual dice, bastante poco, de ti; tal vez, digas: un ser humano; pero, también, denomina, de forma popular, a nuestra especie, la cual, científicamente, se llama Homo sapiens, para diferenciarla entre otras. Por si te interesó la respuesta sobre ¿quién eres? te diré: ¡Lo que eres! no se puede decir, pero ¡conocerlo! está dentro de los objetivos de esta obra. Podría decir, sin que la arbitrariedad con que lo digo esté lejos de la realidad, que el noventa y ocho por ciento de los humanos, llamados normales, aplica en las características que distingo en este texto; pero, aunque lo aquí escrito les atañe, lo dirijo a los artistas y en especial a los escritores, porque ellos todos, con su trabajo, se dirigen a otras personas. Los artistas, puede asegurarse que ¡todos! en mayor o menor grado, fueron, han sido, son y serán personas sensibles; notables por ser, en alguna manera evidente, distintos en su conducta, en su proyección social, en su interrelación con otros. Me estoy refiriendo a todos aquellos que tienen proclividad por las manifestaciones artísticas e intelectuales… me refiero a escritores, músicos, poetas compositores, actores, pintores, escultores, cineastas, filósofos e incluyo: a políticos, líderes sociales, etcétera; ya se trate de los geniales, los sólo talentosos, o los que, nada más, tienen inteligencia media; o sea, a los llamados extra-ordinarios, buenos, regulares y malos artistas; a los fuera de serie, a los mejores y a los peores intelectuales, etcétera. Ahora, dentro de este gran grupo, salvo raras excepciones, la enorme mayoría fueron, son y/o serán híper-kinéticos, depresivos, irritables, maniáticos, neuróticos, bipolares, esquizofrénicos, enfermizos, epilépticos, alcohólicos, psicóticos, drogadictos, etcétera, ¡Todos! repito y argumento luego, han sido, al menos, extravagantes, nerviosos, susceptibles, raros o, lo que se llama medio locos. Me parece tan importante no dejar dudas sobre esto, que me alejo de la intención que me hace escribir este texto para abundar en una breve argumentación. Fueron, en extremo, exagerados bebedores de café: Honorato de Balzac y Voltaire. Flaubert, Dostoievski y Julio César fueron, entre otros, epilépticos; Agustín Lara, Jimmy Hendrix, Bob Manley, Maradona, tuvieron problemas con las drogas. Individuos quienes pasaron a ser celebridades fueron dados a la embriaguez: Sócrates aunque no fuera alcohólico ya que podía abstenerse por periodos largos, así como tenía una gran resistencia a los efectos del vino, no se ocultaba ni se negaba a su uso; Felipe de Macedonia sí fue adicto a las bebidas, así como su hijo Alejandro el Grande, quien luego de su regreso de Babilonia vivía en embriaguez casi constante; se dice que bajo este estado asesinó a su mentor y mejor amigo; su prematura muerte, a los treinta y tres años, se asocia al debilitamiento de su salud por causa del alcohol. Otros que abusaron del vino fueron Alcibíades, Septimio Severo, Tiberio, César, Calígula, Nerón, Heliogábalo, Séneca, Catón el censor; según nos refiere la indiscreción de Horacio. El propio Jesús de Galilea, no se abstuvo de participar en fiestas, ni de beber vino en público, por lo que fue acusado de bebedor por los fariseos. También, los papas bebieron y algunos como Alejandro V, Sixto V, Nicolás V y León X cometieron excesos. Isabel de Rusia y Pedro el Grande, abusaron del alcohol y se tornaron bebedores habituales, así como otros reyes de Francia, Alemania e Inglaterra. Bismark bebía antes de sus discursos; Lutero, es conocido que buscaba la alegría en el vino. Rembrandt, Goethe, Handel, Listz. Los padres de Beethoven fueron alcohólicos y él, como Mozart, abusó de las bebidas para combatir la depresión. También, Schubert, Tasso, Poe, Musset, Keller, Hoffmann, Verlaine, Rubén Dario… Hasta aquí; sin haber pretendido hacer una lista exhaustiva y sin haber querido menguar, con ella, la gloria de estos nombres. El interés que me anima es querer presentar un informe real de los hechos con la mayor seriedad y justeza sin llegar a ser profundo. Existen diversos estudios médicos y psicológicos que intentan asociar la actividad artística e intelectual con los estados depresivos, con la tuberculosis, con el alcoholismo o con el uso de las drogas, así como con la esquizofrenia o la epilepsia. Otros autores, con los cuales me siento en consonancia, afirman que esas personas fueron fecundas; no gracias a tales enfermedades, adiciones a sustancias o trastornos de personalidad; sino, a pesar de ellas. Con todo esto, lo que quiero hacer notar es que, nosotros, quienes nos dedicamos a producir literatura o música; los que pintamos, en fin, los que nos alistamos en el trabajo de tipo intelectual creativo, somos personas de, más o menos, aguda sensibilidad, que tenemos una cierta predisposición potenciada a ser más vulnerables que el resto de los mortales, cuando estamos bajo estrés o cuando las incongruencias de la vida o la problemática existencial nos apabulla. Pero no sólo esto, igual nos incapacita para ser felices, para tener una calidad de vida mejor, para estar más a tono con el medio hostil en que podamos desarrollarnos, para tener buen humor ¡siempre! y no nada más que cuando estamos entre amigos o cuando alguien dice un chiste. Estoy hablando de ecuanimidad y capacidad para tomar con equilibrada disposición decisiones apropiadas y justas en medio de un evento agresivo. Pudiera preguntarse ¿Cómo es posible que, existiendo abrumadora cantidad de información mediática sobre los horrores de las drogas y el alcoholismo, cada año crezca la demanda de tales sustancias haciendo que su mercado sea cada vez más caro y que sea, no sólo rentable, sino enriquecedor para productores, traficantes y expendedores? La respuesta es simple: las personas consumen alcohol y drogas porque dichas sustancias, en especial, los estupefacientes cuando comienzan a consumirse, es decir antes de crear dependencia, acentúan la sensación de seguridad en sí mismos; como resulta lógico, la persona no se reconoce, no sale de la sorpresa, porque lo que siente es nada más y nada menos que: seguridad de sí, confianza, un considerable aumento de la autoestima, del buen humor, pues ¡Como por encanto! desaparecen sus temores al qué dirán, sus prejuicios, sus inhibiciones y siente grandes deseos de hacer cosas, se siente parte de todo cuanto le rodea, por tanto, no está en conflicto con nada ¡Guao!...¡El mundo se ha vuelto, de pronto, maravilloso! Este individuo, acaba de descubrir ¡la felicidad! algo de lo que ha leído u oído hablar, pero de lo que, hasta ahora, no tuvo una experiencia de primera mano. Esto ocurre, repito, en la primera etapa pues más tarde comienza el infierno. Las personas se deprimen, caen en el alcoholismo o las drogas, enferman, enloquecen y/o se suicidan porque sienten la vacuidad de Ser, porque sienten NO SER, no saben qué ser o no saben cómo Ser, así de sencillo. Por otra parte, el cerebro produce drogas naturales (varias de ellas son llamadas canabinoides ¡A ver si no les suena con cannabis!) las cuales vierte en el torrente sanguíneo en dosis seguras ¡Nunca vas a tener una sobredosis! son las llamadas endorfinas o neuro-péptidos, es decir, sustancias como la catecolamina, la fenilalanina, la serotonina, la dopamina…etcétera; a ver si no te llega la familiaridad cuando escuchas: teína, cafeína, nicotina, cocaína, morfina, heroína…La gran noticia, es que puedes educar a tu cerebro a no inhibirlas sino, también, a verterlas en sangre más a menudo y sostener una dosis constante.¡Sólo tienes que Ser! para ello debes aprender qué ser y cómo serlo, se trata de aprender conceptos básicos y ponerlos en práctica. Pero, sobre todo borrar viejos programas instalados en el disco duro de tu mente e instalar nuevos. Te cito unas cuantas ideas dañinas que nos impiden ser: 1-Que Dios castiga a los malos, 2-que tenemos un Yo único y responsable, 3-que creemos que pensamos, 4-que somos la voz que habla dentro de nuestra cabeza y dice yo de sí misma, 5-que tenemos acceso a la realidad, 6-que la justicia es algo que existe en la naturaleza y que todo debe ser juzgado en función de eso, 7-que tenemos control sobre el futuro inmediato 8-que el arte, las tradiciones, en fin, la civilización y la cultura son medios idóneos para Ser, 9-que estamos separados de las otras cosas, 10-que somos diferentes a las otras personas, 11-etcétera… Entonces tendríamos que desarrollar cada uno de estos puntos, a saber, y valga la redundancia, ¡Ver! Si estamos de acuerdo a fin de ponernos en sintonía. Estas ideas tienen que ver con la Filosofía porque tal voz, de acuerdo con la Etimología, procede del griego y significa: amor al conocimiento, y más en estricto, estas ideas son una rama de la Filosofía ocupada en la esencia de las cosas, es decir del ser y conocida como Ontología; y se trata, también, de religión porque, tal vocablo, proviene del latín re-ligare: volver a ligar, en este caso, volver a ligar a las personas con un cierto conocimiento al cual, en algún momento anterior, ya estuvo ligado; junto con otras personas interesadas en encontrarse a sí mismas, de algún modo descubrir o sea empoderar, al amo que ordena al cochero.