UNA NACIÓN SIN LITERATURA
Durante cuarenta años me pregunté, ¿por qué el pueblo brasileño no siente la ausencia de oportunidades literarias a pesar de sus fuertes inclinaciones poéticas y románticas? La respuesta es simple y, al mismo tiempo, inverosímil. Al final de ese lapso de cuatro décadas de connivencia en todos los estratos sociales de la tierra de la Samba, comprendí que eso se deriva de la cruel sujeción que sufrió el pueblo africano durante 342 años de la más infrahumana esclavitud de la historia universal a lo largo de todo el país continental, dejando impregnado en la gente – hoy magistralmente miscigenada entre indios, lusos y afrodescendientes, la costumbre de obedecer, con la cabeza gacha, todas las disposiciones gubernamentales desde la época colonial, por más absurdas, con lo que el pueblo y sus capataces no consiguen ver la realidad de la ausencia total de premios Nobel en todas sus artes y ciencias a despecho de su inteligencia nada frugal y de su incuestionable habilidad para el deporte. Percibí también que “cultura” para el Estado brasileño es, exclusivamente, música y política, como que igualmente cultiva el temor de conocer y divulgar la opinión popular sobre los diversos temas que hace cinco siglos los aflige, razón por la cual se prohíbe al pueblo a opinar y a escribir sobre su propia vida; por eso no le da incentivos, lo que me recuerda la frase clásica mejicana de que un pueblo que no escribe su Historia, corre el peligro de volver a repetirla. Y yo, por mi parte, opino que la literatura brasileña es oral, algo que, por más bello, está siempre expuesto a que el viento se lo lleve por ahí. Gracias,
Luis Yamamura
Desde Brasil, Octubre de 2023.