EN DEFENSA DEL ENSAYO
BERNARDO ARANGO MERCADO
Profesor Facultad de Ciencias de la Salud Universidad Tecnológica de Pereira
RESUMEN
Para el autor, las llamadas Ciencias Sociales y Humanas lo son a condición de que sus verdades sean aceptadas por consenso; pero no todos piensan así. Algunos académicos consideran que el discurso científico tiene que estar respaldado por la experimentación y avalado por la verificación matemática, que se hace, por lo regular, desde la operación estadística. Así las cosas, el discurso científico acerca de lo social y humano no se puede recrear desde el Ensayo y la especulación filosófica, pues carecen del fundamento cuantificable. Incluso las miradas cualitativas son susceptibles de ser leídas bajo la rigurosa lente estadística.
Sin embargo el autor de este ensayo no piensa así. Por el contrario, piensa que una de las virtudes expresivas de estas ciencias es el Ensayo. Escrito que se apoya más en la intuición y en la construcción reflexiva de corte filosófico y literario, que en la Estadística.
INTRODUCCIÓN
Si la ciencia pone como condición sine qua non la experimentación, el empirismo y la verificación, y unas verdades que dependen de unas leyes que rigen el destino humano sin consultarlo, el hombre todavía no está en condiciones de producir un discurso científico en esos términos sobre lo social y lo humano. Es pues pretencioso el título de científico de los discursos de la Sociología, Psicología, Antropología, Educación y Pedagogía y con mucha mayor razón, de los de la Comunicación.
Es más, si la Ciencia se expresa por sus descubrimientos y sus anticipaciones en el tiempo, esto es, por sus predicciones, tampoco podría anotarse ese título lo social y humano.
Pero si la Ciencia es todo aquello que proponemos desde el fuero humano y la historia lo acoge generando un sendero, entonces lo que no cabía en las dos fórmulas anteriores empieza a caber en ésta, y los discursos sobre lo social y humano se hacen científicos. Aquí sería válida la afirmación de Gianni Vattimo de que “la verdad es más consenso entre personas que se ponen de acuerdo para tomar algunos principios” .
La verdad es que esa discusión es bizantina en sí misma y a un Ensayista no lo toca. El Ensayista se le rinde a la primera desde su condición de Ensayista y prefiere el título de Filósofo, Literato, Poeta, al de científico para sus tareas académicas.
No obstante, esas aseveraciones no son morales. No castigan a nadie. Simplemente, ponen en su lugar las cosas.
1. Viendo las cosas desde la primera visión
El discurso sobre lo social y humano se torna disciplina por el rigor con el que se pretende pensar el objeto. Rigor que se deriva en el común de los casos de un buen orden, una buena técnica y una mejor metodología, (que asume y a un mismo nivel de importancia lo cuantitativo y lo cualitativo), y en los casos excepcionales se deriva de una mente brillante y original, las más de las veces ubicada en el mundo de las letras, la filosofía y de las fabulaciones.
Pero ese rigor no puede trastocarse en rigidez por culpa de los imperativos categóricos de las técnicas y los métodos y de la mediocridad mental del pensador. Cuando esto ocurre, por desgracia en la mayoría de los casos, nos inundamos de datos, razonamientos, categorías y paradigmas, inútiles unos, confusos otros, y los más remedos y réplicas deformadas y estériles de la realidad estudiada, que nos aleja del mundo en sí para hacernos vivir un mundo formal y barroco.
2. Ensayista por convicción o Investigador por conveniencia
Este escritor es más un Ensayista que un investigador. Y en su vida toda y no-sólo en la laboral es un Maestro. Ver para creer y las puertas de sus aulas están abiertas para el empirista que quiera comprobarlo. Quiere pensar más con su cabeza que con la de los demás. Su regla de oro es su propia vida. No duda que los Investigadores manejen el rigor metodológico y se vean abocados a la presión que ejercen los métodos para alcanzar sus propósitos teóricos. Pero si en la mayoría de los casos, esta aplicación técnico-metodológica mecánica arroja como resultados flacos argumentos que en nada benefician a la ciencia, como es el caso de las tesis de grado en las academias de estudios superiores y avanzados, ¿no sería acaso mejor aventurarnos desde la subjetividad a decir cosas atrevidas pero atinadas y sensatas, -por muy ad hoc que sean- que puedan convertirse en fuente para los verdaderos Investigadores y las verdaderas investigaciones? ; ¿Quién le dijo al mundo académico que un Investigador tenía que serlo única y exclusivamente por fuerza de los métodos y técnicas que aplica un científico? ¿Por qué pensar que toda investigación necesita salir de la cabeza pensante de quien la produce oficialmente? ¿Por qué la academia le teme tanto a la especulación pura? ¿Acaso no será preferible esta especulación monda y lironda, sin maquillajes y sin tapujos, a la investigación que termina haciéndose en la academia para optar títulos unos y ganar puntos otros? ¿Adónde conduce, si conduce a alguna parte, la recolección de un montón de datos, en decenas de formas establecidas por las reglas, con interpretaciones y “lecturas de datos” finales, rígidos y libreteados, la mayoría haciéndole eco a los referentes autorizados por la historia, a los que se someten los “trabajos de investigación evaluables por pares o docentes” para cumplir esas escrituras los requisitos del mal llamado rigor científico, que en realidad de verdad es el tribunal inquisidor poseedor de pizcas de poder y portador de verdades “absolutas”?
3. ¿Dónde están los Científicos?
En las esferas medias de la academia los intelectuales de las áreas sociales y humanas se enredan en sus propios cordones. Esfera en donde habitan la mayoría, y en donde mediocridad y normalidad se confunden. En ese lugar se vive más el mundo formal, el de la apariencia, allí hay más una puja por representar papeles que por asumirlos, serlos y sentirlos de verdad. Se es investigador por obra y gracia de un título de Doctor o de Maestría, cuando en realidad de verdad el individuo no ha hecho sino aplicar mecánicamente unos métodos y técnicas para descubrir lo ya descubierto en otras latitudes hace décadas y hasta centurias, o para replicar discursos de otros a partir de la consabida lectura de datos cruzados.
4. La Ciencia, los métodos y técnicas y la creación
La producción de la ciencia es sistemática única y exclusivamente en el plano formal, pero en sus dinámicas la creación está todavía (y quién sabe por cuánto tiempo, quizás por toda la eternidad) atrapada en el misterio de los chispazos y las revelaciones, sin que esto toque para nada las trompetas del caos en los métodos.
Aquí es bueno apuntar que el Científico o Creador que vive inmerso en su mundo recibe de él (su mundo) los sentidos y en ellos las claves del desciframiento de las piezas de sus rompecabezas para dar con el descubrimiento; y es esa entrega, vital y no-sólo cerebral y laboral, en toda su complejidad la que le ofrece las pistas para ir arribando a buen puerto sus conjeturas. Como se colige, no-sólo es su método y técnica las que le posibilitan la luz y el eureka final.
5. Todo depende de para dónde vaya la historia
En el mundo social y humano de nada sirven los métodos cualitativos o cuantitativos si no tenemos claro qué es lo que queremos como hombres y hacia dónde queremos llevar la historia, si es que acaso la queremos llevar conscientemente a algún lado.
Si tenemos en la cabeza que el mundo es perfectible y lo que queremos es una transformación de la sociedad hacia la ideal, de fraternidad, paz y bienestar, para qué preguntarle a las masas ignorantes y acéfalas en nombre de las Ciencias sociales y humanas nada, pues todo lo que nos dirán las masas aturdidas e ignorantes será basura; y si pensamos que la historia no va para ninguna parte y nunca ha ido para ninguna parte, entonces para qué imponemos inútilmente modelos y expectativas de futuros mejores, si igual la historia se sigue comportando ajena a nuestra voluntad de hacedores de verdades perfectibles y de senderos soñados desde nuestros modelos inútiles que caminan por éteres inasibles, siempre al lomo de promesas hacia el ideal que tenemos de hombre y de sociedad.
6. Historia, Ciencia y Tecnología.
La ciencia y la tecnología han avanzado, pero aplicadas a la sociedad no han producido en términos históricos el efecto idealmente esperado: por el contrario, su efecto ha sido perverso y agresivo. Queremos paz y vivimos en guerras de distintas intensidades. Queremos autonomía regional y vivimos bajo la dependencia hegemónica de los ejes imperiales del poder económico. Queremos bienestar y es para unos pocos entre millones. Queremos lo mejor para nuestros hijos y nietos y el planeta es un basurero que amenaza estallar asfixiándonos hasta la muerte de la especie en nuestra propia mierda consumista.
Sin embargo, la voz de los de la esfera de las artes y las letras, los profetas de la lengua, de la pluma y del arte, cuando han propuesto caminos no se les ha atendido . Y no se les ha prestado atención y se les ha dado poder porque, entre otros, desde la academia han sido desautorizados o por Agoreros o por Recreadores inútiles que divierten desde el circo de la especulación filosófica.¿Qué tal ésa? Desde la academia se le resta importancia a los Pensadores y Ensayistas librepensadores, mientras paradójicamente son fuente de inspiración de Investigaciones para la academia, la mayoría barroca e inocua para la realidad de afuera, y todo por culpa del craso error de los fiscales de la academia que vigilan como cancerberos rabiosos que todo discurso dependa de resultados probables, cuantificables, verificables y si no es así que aquellos “especulativos”, “espontáneos” y “subjetivos” sean sometidos a las pruebas de la transmutación a “ciencia” a través de métodos científicos confiables para la comunidad.., de fiscales.
7. El mundo ideal
En la cima del poder, y en un cuartico mágico que bien llamamos sanedrín, contiguo a todas las oficinas ovales y casas blancas, rosadas, de la moneda, de nariño, etc, deberían estar los Librepensadores. Un Octavio Paz, un José Saramago, un Álvaro Mutis, un García Márquez, que no tienen un pelo de científicos, pero sí todos y hasta su último corpúsculo de sabios.
La Filosofía tampoco es una ciencia. Y Nietszche uno de sus máximos exponentes, sino el máximo, no tenía ni pizca de sistemático, si asimilamos los sistemáticos a los rigurosos del método. Era, eso sí, un muy buen lector de literatura filosófica Clásica. Y qué bueno creerle a Nietszche y aplicar sus pensamientos a la vida cotidiana de las sociedades. Si lo hiciéramos nos purificaríamos, podríamos tirar al tacho de la basura nuestra hipocresía y doble faz y caminando sobre nuestras espaldas obreras llegar al superhombre. (Pienso en un arranque de emoción Nietzscheana).
8. Filosofamos o hacemos Ciencia
Si en la Academia nos empecinamos en hacer “ciencia” con lo social y lo humano, estaremos produciendo montañas de debates bizantinos y ubicaremos la cosa social y humana en el sitio pensable que no le corresponde. Y peor, si desde allí descalificamos a los librepensadores, a los ensayistas y a los literatos y artistas de todos los géneros por no tener su quehacer “rigor científico”, estaremos siempre en el limbo de las producciones críticas inútiles y de los castillos y procesos kafkianos que les dan vueltas y vueltas a los más diversos asuntos, sin fórmula de solución real, mientras la historia sigue su marcha, por fuera de la academia, en manos de los políticos y de los poderosos dueños de los distintos poderes estratégicos del mundo. Y la academia sin poder incidir e involucrarse en esos poderes por culpa de los académicos mismos y sus inútiles disquisiciones academicistas que no le dan paso a los procesos de credibilidad de los discursos filosóficos, por estar, bueno es repetirlo, enzarzados en una discusión eterna y sin solución
La investigación en ciencias sociales y humanas que descalifica la producción mental fruto de la subjetividad y de la fabulación, es en sí misma perniciosa y dañina para la ciencia. No apostarle a la honestidad y a la creatividad como una fuente de prospección histórica y una cantera de modelos para crear paradigmas es simple y llanamente una aberración mental. Creer todavía que la sociedad y sus dinámicas, el hombre y sus asuntos humanos son susceptibles de enviarlos al laboratorio físico para la vivisección de su quehacer es del todo inútil y por lo demás, atorrante.
A mi modo de ver, los Académicos de lo social y lo humano que pujan por ser Investigadores, más les valdría dedicarse libremente al ejercicio de pensar sin las ataduras ciegas de las rigideces métricas de los métodos y las técnicas, sin el miedo a no producir ciencia, pues por más “rigor” que le apliquen a sus disquisiciones nunca saldrá de esos calderos lo que ellos quieren que salga: la ciencia tal y como la piensan. Todo lo que ellos producen, es filosófico y pare de contar; es decir, tiene en el fondo el sello de la especulación hija de la interpretación, la hermenéutica hija de la subjetividad, el ensayo hijo de la recreación, y el punto de vista hijo del perspectivismo.
Bastaría entonces conque todos ellos dejaran de lado la vana ilusión de ser científicos tal y como lo pide esta historia positivista, y pasaran a ser lo que son y han sido siempre: Pensadores, Filósofos. Filósofos de la Sociología, de la Antropología, de la Psicología, de la Educación y de la Pedagogía, de la Comunicación, etc. En dos palabras, Filósofos de lo humano y lo social.
Pero entiéndaseme, no es dejar de lado las pruebas estadísticas, ni la consulta con el otro y el cruce de variables, abdicar de ellas, renegar de ellas, no. Es sencillamente darle el lugar que le pertenece a esos asuntos que no es otro que el lugar de los apoyos. Porque hacer descansar todo el peso de una tarea mental de envergadura en los métodos y las técnicas, el rigor de ellas y la destreza con la cual se aplica es terminar en el compartimento mecanicista, que le cierra el paso a la creación.
Voy a poner un ejemplo. Octavio Paz. Consejero Universal. Librepensador. Un hombre sin igual en el mundo de las letras. ¿Acaso no es una fuente para los Académicos? ¿Acaso sus letras poéticas y ensayísticas no son objeto de investigación? Y sus obras ahondan en las profundidades del ser, y en reflexiones de profundidad filosófica descubren razones, verdades y sentidos de lo humano, de la historia, de la sociedad, de los tiempos y del manejo del poder. Y él no necesitó hacer una sola encuesta, ni cruzar metódicamente una sola variable. Su método estaba en sus propios enlaces neuronales.
9. La esfera de lo social y lo humano
Hoy la vuelta a la indisciplinariedad, y el reconocimiento del peso significativo de los sentidos que se mueven en esferas diferentes a las verdades empíricas, ofrecen la posibilidad de replantear en la dimensión académica los asuntos sociales y humanos. Sin que pierda validez la mirada especializada, de acuerdo con las tendencias del Pensador, éste ha de tener una comprensión compleja e integral que le permita atacar con profundidad la cosa aprehendida. Sin embargo, permanece en nuestra academia, y hoy más marcada que nunca, el convencimiento de que las medidas derivadas de las operaciones estadísticas son las únicas que hacen confiable, verificable y científico el discurso. Si el texto no las tiene es un “vulgar” ensayo especulativo condenado al desprecio de las ciencias.
Estoy seguro de que si en la academia leyéramos más filosofía y letras Clásicas nos nutriríamos más y mejor para enfrentar los asuntos que vamos problematizando; y si termináramos filosofando más sobre ellos y menos leyendo los trabajos a través de barras y curvas estadísticas, obtendríamos un mapa más complejo y más real de la cosa problematizada.
La estadística a su lugar: un simple apoyo que no tiene que subirse a las esferas desde donde se producen las conclusiones. Ya sabemos del poder de las exégesis y del poder persuasivo de los exegetas. A más habilidad mental más propicia una hermenéutica brillante, que puede ser amañada o no, y eso no depende tanto de la tozudez de los resultados estadísticos como de la capacidad interpretativa y compleja del intérprete.
La estadística arroja resultados de tendencia. En la esfera de los social y lo humano es impredecible casi todo. El ser humano es impredecible, la historia es impredecible, el futuro es impredecible. Las predicciones que se hacen son atisbos cuya calidad dependen de la brillantez, sabiduría y honestidad del Futurólogo. La agudeza para leer el fenómeno humano y anticiparse a la historia no depende tanto del rigor de los métodos y técnicas que llaman científicas como del misterio de la mente del emisor.
El problema del Ensayista
Quien esto escribe no se apoyará en la medición. No hará estadística. Se apoyará fundamentalmente en su experiencia, en su trabajo, en su visión del mundo y en su honradez mental. Buscará a quien tiene su estilo de trabajo, quien improvisa en clase, quien utiliza el aula de clase para conversar con la juventud, quien cree que la vida es un juego, quien que la historia está equivocada por culpa de la inautenticidad y las apariencias, quien dice que ha conquistado la libertad para optar sin consultar cultura y biología, quien piensa que el mundo no va para ninguna parte, quien que el problema es la ignorancia, tanto la crasa como la ilustrada y la Docta, quien considera que con los jóvenes hay que sellar complicidades, que ellos tienen un mundo aparte, que la historia los discrimina, los minimiza y no les da poder mientras pontifica hablando maravillas de ellos, quien sabe que los niños son seres diferentes y no proyectos de hombre, a quienes hay que amar sin compasión y si con mucha admiración y asombro, quien sabe que “el fin justifica los medios” de Maquiavelo no es sólo una fórmula para aplicar en política sino para adaptarla en las ciencias mismas y, sobre todo, en la academia; fórmula con la cual el arte y la ciencia se podrían dar la mano y no se tendrían que mirar por encima del hombro, siempre y cuando busquen la felicidad del hombre individual, así la especie en la historia esté condenada a ser infeliz en términos culturales, sociales y genealógicos.
¿Dónde están esos hombres? ¿Acaso se encontrarán en la base de datos? Dispongámonos a navegar para encontrarnos y dialogar.