Emanuele Coccia: Metamorfosis. La fascinante continuidad de la vida.
Siruela, Madrid, 2021.
De las enseñanzas del Diccionario de la real academia pronto deducimos que metamorfosis significa la “transformación que experimentan determinados animales en su desarrollo biológico y que afecta no solo a su forma sino también a sus funciones y su modo de vida” Vida como continuidad pero, sobre todo, como vida nueva y, para la condición del hombre, como conocimiento propio. Una reflexión suscitada por ese milagro diario que nos depara la realidad. La realidad que se conforma de variedad, de lo distinto; literariamente también del Otro. En el fondo se trata del milagro de la novedad. Todo viaje es distinto a cada paso: “He nacido. Transporto siempre algo distinto a mí mismo. El yo es un vehículo de materia extraña que viene de otra parte y que está destinada a llegar más lejos que yo. Poco importa que se trate de palabras, de olores, de visiones o de moléculas” Bajo el marchamo literario de un lenguaje sencillo, directo y expresivo, el libro es tan ilustrativo como sugerente a la vez, y, en el fondo, la idea de viaje, de movilidad, de renovación subyace bajo la realidad latente, inmediata, como definición: “He nacido. La materia de la que estoy hecho no tiene nada de puramente presente. Yo transporto pasado ancestral y estoy destinado al futuro inimaginable (He aquí, una vez más, el bien de la poesía, el bien de la imaginación como identidad) Soy un tiempo heteróclito, inconciliable, no asignable a una época o a un momento. Soy la reacción de los múltiples tiempos sobre la superficie de Gaia” De algún modo diríase que retornamos, una vez más, a la idea cósmica de unidad –y, al tiempo, de globalización- si bien al tiempo de considerar que la unidad está conformada de diversidad: extensible, reproducible a su vez. A pesar de un cierto presupuesto teórico en lo generalizable o especulativo, se trata de un texto también perfectamente humano, de didáctica humanista en cuanto a que vincula progreso a interrelación, evolución con conocimiento, transformación con variedad evolutiva, creativa. El contenido tiene mucho de invitación a una mirada interior, retrospectiva y avanzada para poder conocer y deslindar el camino, y explicarlo con argumentos reveladores y comprensibles. Como justificación a la intención constructiva de la realidad del hombre como entidad natural (y espiritual) se nos ofrece un fragmento nítido e incluso con su condición poética: Peter Schlemel vendió su sombra al diablo y fue condenado a un exilio permanente. Tras haber rechazado la segunda oferta del diablo, Peter compró un par de botas que resultaron ser las de las siete leguas. Se retiró luego como anacoreta de la Tebaida y consagró el resto de su vida al estudio de la naturaleza”, esto es, su escenario o medio natural. “Mi Historia stirpium plantarum utrisque orbis –escribe Peter al verdadero autor del célebre cuento, Adelbert von Chamiso; libro de lectura recomendable por su novedoso y fecundo planteamiento- representa ya un gran fragmento de la Flora universalis terrae y un miembro de mi Systema naturae”. Al fin, como concluye el autor, “La condición planetaria no es una cualidad individual: ser un planeta siempre significa serlo para algo distinto o para alguien distinto. Cada objeto en el mundo es el planeta de alguna otra cosa. Cada ser vivo es el planeta de alguna otra cosa” Una afirmación más que oportuna ahora que el mundo moderno comienza a pensar no sólo en sí mismo, sino en el hermoso escenario natural que nos ensueña, alimenta y anima al viaje de la vida.