VV.AA:Guía para identificar las escenas y los personajes de la Biblia
Cátedra, Madrid, 2021.
Importa el asunto, desde luego; también, acaso, el momento histórico. Pero importa fundamentalmente el quién es quién. Y eso, en los manuales de arte como introducción de estudio histórico, no siempre se nos daba. Ahora sí, de forma amena, instructiva, distendida incluso, se nos informa de los componentes del cuadro y su circunstancia, algo que nos aproxima a la comprensión del asunto y a su ubicación en la circunstancia histórica que se exhibe. Con una simpática salvedad, es cierto, en algunos cuadros, y a saber si el lapsus es deliberado como un tributo al sentido del humor o bien por pura concepción de la didáctica necesaria. Me refiero al cuadro ’La adoración de los reyes magos’, sito en la capilla Scrovegni, en Padua, y atribuido al bueno de Giotto –tan devoto él- en el siglo XIII. Esta ilustrada y colorida guía se ocupa de él en las pp. 160-161, y el atento lector que repare en las figuras señaladas en el cuadro se sorprenderá (¿o no?) que, al tiempo que se indica el lugar ocupado por los ángeles, por José , Gaspar o el Niño Jesús, también, a la izquierda, una línea perfectamente recta señala la quijada del supuesto camello (diríase por la largura de las patas, no tanto por la figura que se deja ver) y que al extremo de esa línea obediente se lee: Séquito. Bien, sea, no se puede negar: séquito es al fin, el número de integrantes de la real caravana que se acercó al portal de Belén. Luego, a mayores, viene un texto breve pero muy gráficamente discursivo y didáctico de la escena: “Entonces Herodes llamó en secreto a los magos y los mandó a Belén para que averiguaran dónde había nacido Jesús porque decía que él también quería ir a adorarlo” Y, un poco más adelante, en un texto breve sin relación directa con el epígrafe anterior, se lee: “Después le ofrecieron como regalos oro, incienso y mirra” Lo bueno es que el cuadro –un fresco, según la labor más común desarrollada por el afamado pintor- no sólo se ve con delicia y encanto, sino que ayuda a apreciar tanta simbología y enseñanza, tanto candor colorido: todo un apoyo para la apreciación de la belleza. A los atributos técnicos y literarios del cuadro se uen, en recuadros específicos aislados, los apartados: ‘Personajes y elementos’, ‘Variantes iconográficas’ y ‘ejemplos iconográficos’ Un lujo de detalles para sensibilizar al buen observador y un lujo de compañía para la percepción. Bien distinto, y solamente en blanco y negro (estando, como están, el bien y el mal detrás de tan histórica iconografía) es el tratamiento que en esta sustanciosa guía se dedica sin embargo a la figura de Caín. La idea de violencia es manifiesta, tal como la realidad, al parecer, se ocupó de expresar. Pero su análisis sea ya para el solitario admirador de la obra de arte, siempre como un bien en sí (el mirar), como una enseñanza ineludible.