LARGA ORILLA DEL RECUERDO DE EMIL GARCÍA CABOT
Carlos Pérez de Villarreal Instituto Literario y Cultural Hispánico
Resumen: Emil García Cabot es una figura representativa de la literatura argentina contemporánea, cuya prodigalidad en la escritura ha traspasado las fronteras de su país, siendo reconocido a nivel internacional. Su tarea se ha desarrollado en todos los géneros literarios, como la poesía, la narración, el cuento, el ensayo o la novela, pero lo que sobresale de su pluma, es la habilidad retórica con que toma cada uno de estas categorías para darle una narrabilidad esmerada y selecta. No por algo sus obras han logrado distinciones, premios y publicaciones en diferentes medios. En el año 2015, el Instituto Literario y Cultural Hispánico le otorgó el Premio ILCH por su destacada trayectoria en la Literatura Hispanoamericana. Aquí consideraremos su obra LARGA ORILLA DEL RECUERDO, novela que distingue una sorprendente narración, profunda, intensiva, con un manejo inmejorable de su prosa. Palabras claves: representatividad - literatura - novela - narración Analizar la novela de Emil García Cabot, LARGA ORILLA DEL RECUERDO, ambientada en el invierno de 1966 en la ciudad de Mar del Plata, ha retrotraído a quien esto escribe, a su juventud, ya que nacido en esta ciudad, en la cual reside actualmente, las narraciones y sucesos de esta ficción se han visto reflejados en sus recuerdos. Los lugares donde transcurren los hechos, “El Partenón” de Playa Serena, el puerto, la banquina de pescadores, los elevadores de granos, el antiguo restaurante Chichilo, la costa marplatense frente al Hotel Provincial, las calles céntricas de la ciudad, el café París… fueron escenarios que ha recorrido infinidad de veces. Verlos transformarse por la aparición de los personajes de la novela, ha resultado ser una experiencia muy particular y reconfortante. Y si bien estas consideraciones son muy particulares, por otro lado, han llevado a que se interpretara la obra, con mayor ecuanimidad. La novela comienza con un protagonista Mauricio Ortegui, quien debido a circunstancias que poco a poco se van a ir desvelando, se encuentra en ese “Partenón”, a diez kilómetros del puerto de Mar del Plata, venido de Buenos Aires, en una fría mañana invernal.¿Por qué motivo llegó hasta allí?, ¿qué representa ese lugar para Mauricio? Interrogantes que desde el principio, desde las primeras líneas, se introduce en el lector como una sombra imperceptible que comienza a cubrirlo todo. Así lo deja sentir su autor, en los párrafos iniciales: ¿Podría decirse que todo comenzó con aquel golpecito de la palma derecha de Ferrara, simultáneo con el leve peso pero también firme contacto de un frío metálico en la diestra que asimismo yo acababa de extenderle para tan solo despedirnos como de costumbre? Porque entregadas así, con seguridad y el bienintencionado desafío de mi amigo (“Debe de existir el modo en que de una vez por todas puedas trazar las coordenadas de tu vida”), las llaves me dieron la certeza de que el futuro aún podía estar en mis manos”. (11) Esa construcción, será el principio de una Odisea… y el final ¿tal vez? ¿Busca Mauricio “encontrarse” a sí mismo? Allí “descubre” a Alejandra con un grueso cuaderno en sus manos. Aparece aquí el personaje femenino, antítesis de Mauricio.¿Qué representa Alejandra?, ¿por qué es tan importante el estar con ella, si recién la conoce?, ¿qué significado tiene para su vida? Vuelven los interrogantes. Alejandra. Esa Alejandra (¿Alexandra?) Panus, incógnita, enigmática, inescrutable, que comienza a adueñarse de su pensamiento, recién conocida. Comienza así un juego de palabras, en la que la maestría literaria de García Cabot, lo lleva a utilizar el recurso literario de escribir en cursiva los pensamientos internos de Mauricio, entremezclados con el texto de la obra. Este monólogo interior del personaje, esta técnica narrativa, explicita los íntimos pensamientos del protagonista, sus sentimientos y disquisiciones, que revelan lo más íntimo de sí mismo, ganando este soliloquio, independencia y credibilidad. Nos remite así a escritores de la talla de James Joyce (1882 – 1941) en su Ulysses, a Virginia Wolf en Al faro y Las olas o a William Faulkner en El ruido y la furia, Pero aquí se utiliza este proceso de una manera totalmente distinta a lo habitual: entra abruptamente en el texto, impresionando al lector, que sorprendido, absorbe la presencia del personaje en forma muy particular, metiéndose en su propia piel. El leedor se hace partícipe de la narración, como si fuera un “lector cómplice” al decir de Julio Cortázar, demostrando su enorme valor en el desarrollo de renovar el texto literario.¿Y lo escrito en negrita?, otro recurso, complejo pero seductor, porque al transcurrir el texto, parecerían ser diferentes voces. Voces que a veces dejan saber de quiénes son, y a veces no. Este compendio de escritura es múltiple de enfocar. Hay que releer para entender. Y allí está la sabiduría del escritor. Todo está pensado. Nada fue librado al azar. La imaginación llevada al límite. Los dos personajes centrales, permiten intentar descifrar cual es el sentido de su cercanía, el porqué de su encuentro, ¿fortuito, tal vez? Y aquí la trama se vuelve intrigante, porque dos historias, cada una de ellas cargadas con las propias mochilas de sus experiencias de vida, se encuentran, incluso dejando “ver” un posible alejamiento, marcadas tal vez por sus propias personalidades y sus improntas personales. Mauricio, viene de expresar un vacío existencial que lo lleva a ese invierno marplatense junto a los acantilados, donde encontrará a Alejandra Panus, que viene de Grecia, ¿tratando de mitigar la pena por un ser amado que ha desaparecido de su vida trágicamente? Y este encuentro y desencuentro se hace palpable, visible, en ese ir y venir de palabras, sensaciones y emociones. En este conflicto generado, se podrá observar la actitud de ambos, irresuelta tal vez, por las propias inhibiciones de sus existencias.¿Se puede ser parte de otro? Esa es la pregunta fundamental. Los nombres griegos utilizados descubren también una realidad insoslayable: ese Mauricio, cuya simbología es “oscuro”, Adelfó, “hermano” y la palabra Alejandra, cuyo significado, “protectora”, permitirá descubrir lo diferente, lo inaccesible. Incluso el nombre del barco, “Paciencia”, buscando tal vez, ese tiempo de espera, para reconstruir algo buscado. Y los poemas de Yorgos Seferis, ese griego inconmensurable, premio Nobel de Literatura, que acompañan la acción. LARGA ORILLA DEL RECUERDO, es una obra que al comenzar a leerla, se desea llegar a su final. Atrae esa serie de incógnitas, que no se van revelando sino en forma subrepticia, lo que acrecienta el interés. Tiene un desarrollo de la escritura muy particular, en donde el lector no para de intrigarse, y como ya lo mencionáramos en párrafos anteriores, invita a la relectura para comprender, sin que esto moleste en absoluto. Esta intervención es fundamental, porque el acto de leer permite dotar al texto de un nuevo paradigma. Así nos sumergimos en esta historia que busca una experiencia estética, porque entran en juego las sensaciones, los sentimientos y las emociones de quien la lee, expresando una nueva forma de mirar la literatura de su autor. Esta es una verdadera novela de amor, donde las palabras de García Cabot, ponen en juego en forma ponderada y palpable, las peculiaridades existenciales de los seres humanos, sus conflictos y las pasiones que los embargan. Realmente es un verdadero deleite sumergirse en sus páginas. La habilidad literaria, se refleja en una imaginación sin límites, en personajes de múltiples aspectos psicológicos, en una trama por demás interesante que llevan en suma a solicitarle a su autor que jamás decaiga en su empeño por escribir. Obras citadas Emil García Cabot. Larga orilla del recuerdo. Ediciones del Dock, 2007. James Joyce. Ulysses. Sylvia Beach, 1922. Virginia Wolf. Al faro. Hogarth Press, 1927._ __ . Las olas. Hogarth Press, 1931. William Faulkner. El ruido y la furia. Jonathan Cape, 1929.