A ESTUDIAR GRAMÁTICA

Phillip H. Brubeck G.

 

Me causa profunda tristeza ver a gran cantidad de profesionistas (secretarias, profesores, abogados, ingenieros, médicos y todo tipo de licenciados) que no saben redactar correctamente un texto, con lo cual generan problemas de comunicación, ya sea para efectos laborales, administrativos o didácticos.

Muchos creen que escribir, utilizado este verbo como sinónimo de redactar, es poner una palabra detrás de otra y formar párrafos en un cierto orden, para decir algo.

A pesar de las buenas intenciones de este tipo de escritores, a los que se les dificulta sobremanera plasmar en el papel sus ideas, vemos sus textos plagados de errores de ortografía (signos de puntuación, acentos, uso correctos de las letras, conjugaciones verbales), así como múltiples fallas de sintaxis (redundancias, pleonasmos, ideas inconexas y desordenadas, incoherencia de número, tiempo y modo), y al parecer no les importa mucho, lo que interesa es que les entiendan lo que quieren decir.

Probablemente el origen de esta disfunción práctica puede tener su origen desde la educación básica, ya que los aspectos elementales de la gramática se imparten entre tercero y quinto grados de primaria.  Dicen que mucho depende de la habilidad del maestro y su amor por la materia, para que el alumno aprenda con precisión esta asignatura y despierte en él su amor por la literatura.  A ellos, muchos debemos la habilidad que muchos tenemos para escribir.

Tanto en secundaria como en bachillerato, se trabaja con literatura mexicana, hispanoamericana y universal; posteriormente en las licenciaturas, maestrías y doctorados, las asignaturas son de metodología para la investigación o seminarios de tesis, y la mayoría de los directores de estos trabajos se dedican más a guiar el contenido de los textos y no al continente.

Esta situación provoca que por regla general el profesionista no sepa escribir. Se le dificulta iniciar un escrito.  La redacción suele ser atropellada, sin orden adecuado en las ideas, lo que hace sea oscura, sin ilación, de lectura lenta y difícil comprensión.  Aunado a ello, están las faltas de ortografía, la mala puntuación y múltiples vicios que se arrastran desde la educación primaria, ya que los mismos maestros del nivel elemental, en muchas ocasiones, son los transmisores de dichas deficiencias.

El perfeccionismo del entorno laboral, cada vez más exigente para elevar el nivel de competitividad, especialmente en lo que se refiere a los sistemas de mejora continua, exige la redacción rápida, con el menor número de errores gramaticales, de sintaxis, de contenido, como lo señalan los programas de calidad de las empresas, tanto del sector público como del privado.

Con  Azorín hay que recordar una gran regla de la redacción.  “Hay que escribir como se habla; debemos lograr la propiedad en el vocablo.”   Esto nos indica que si hablamos mal vamos a escribir mal.  Sin embargo, el habla deriva del pensamiento, por lo que, si la forma de pensar no está correctamente estructurada, si se piensa mal, se habla mal, y por lo tanto se escribe mal.

No hay pretexto, todo profesionista debe escribir bien, por ello la solución puede estar en el perfeccionamiento de los mentores para que con su ejemplo puedan corregir los errores de sus pupilos desde la primaria, y en los niveles educativos siguientes, los maestros de literatura, metodología de investigación y seminario de tesis, deben buscar la forma de recordar a sus alumnos los conocimientos gramaticales básicos, aprovechando la corrección de los errores.  Un curso básico de gramática bien se puede impartir en diez horas correctamente aprovechadas.

Desde hace poco más de una década, he visto a muchos profesionistas duranguenses preocupados por mejorar su redacción, por lo que con verdadera ansiedad por la sabiduría, humildemente han decidido regresar al nivel de la educación básica, para desempolvar esos conocimientos que tenían archivados en el cajón del olvido, y ahora su nivel profesional se ha incrementado en forma considerable porque se han reducido sus problemas de comunicación.

Como si fuera un esquema de educación continua, todos debemos seguir estudiando la gramática, una de las herramientas básicas de los comunicadores, ya que la palabra escrita es de gran importancia para la transmisión de los conocimientos y cualquier tipo de comunicación.  Estudiemos cotidianamente la gramática para así aprovechar la riqueza de nuestro idioma, la amplitud de los recursos que nos presenta para adecuar las ideas a las palabras y expresar exactamente lo que deseamos, sin dejar nada a la imaginación o interpretación desviada de nuestros lectores.

 


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