La influencia del surrealismo en la literatura de Latinoamérica
María Amelia Diaz
Cuando André Bretón llega México en 1938 lo declara “el país más surrealista del mundo”. Breton, que conocía México a través de la obra de pintores como Rufino Tamayo, Diego Rivera y Frida Kahlo, encontró en el arte mexicano una gran influencia para su pensamiento expresado en el Manifiesto Surrealista de 1924, pues veía en ello una postura revolucionaria implícita. Recordemos que el movimiento pronunciaba como armas revolucionarias el escándalo en lo político, lo irracional como parámetro creativo y el uso de la imaginación y la exploración del inconsciente para renovar el arte. El surrealismo llegó a una América unida por la búsqueda de su identidad y dividida por la gran divergencia de proyectos artísticos, por lo cual se puede poner en duda su adaptabilidad. Por eso que para iniciar la evaluación del impacto de este movimiento en la literatura de Latinoamérica recurrimos a dos posturas opuestas a través de las obras de dos autores: Valentín Ferdinán y Melanie Nicholson. Valentin Ferdinán, sostiene la falta de influencia del movimiento en “El fracaso del surrealismo en América Latina” artículo aparecido en la “Revista de crítica literaria latinoamericana”. Afirma que decir que México es surrealista es un lugar común que se viene repitiendo y agrega: “Intentare una reconstrucción esquemática de la influencia que, pese a sus dificultades adaptativas, ejerció la poética surrealista sobre autores no surrealistas y la emergencia de lo real maravilloso y el realismo mágico para sugerir que lo que toman del surrealismo es precisamente aquello que el surrealismo rechaza al definirse”. ( Revista 74) Según Ferdinán, en Perú, pese al esfuerzo de Moro y Westphalen que organizan la primera exposición surrealista en América, apenas si llego a circular un “aire surrealista". En México, salvo en algunos trabajos de Octavio Paz, el surrealismo sería casi inexistente, en Chile donde mejor se arraiga, no producirá productos de calidad, mientras que en Argentina, tanto los miembros reunidos alrededor de Aldo Pellegrini que inició el primer grupo y la revista de inspiración realista en 1929, como la cantidad de lo publicado fueron escasos. Nos indica que cuando Bretón dictamina un México surrealista identifica el pasaje de un modelo dual a un modelo unidimensional ya que allí no había oposición entre realidad y surrealidad, además Bretón le daba a México el lugar de surrealidad respecto a una realidad que estaría en Francia y no en la historia concreta de ese país, resultante de una colonización y explotación que los mismos europeos habían producido. Por estar basada en una sociedad industrializada, declara la poética profunda del surrealismo como incompatible con la precaria situación socioeconómica latinoamericana. Ya Alejo Carpentier escribía “No debe olvidarse que quienes se hayan encomendado a la ardua tarea de hacer arte americano universal están arando en tierra virgen. Ahí está todo por ensayar, todo por conocer”(Carpentier 188) Entre los escritotes americanos figurarían los que nunca adhirieron al movimiento: Vallejo en “Autopsia del surrealismo” indica que la multiplicidad de vanguardias se debieron a la fragmentación y crisis de la sociedad, y la fragmentación del pensamiento a la decadencia del capitalismo, y destaca la dificultad del surrealismo para integrarse a la práctica política, afirmando que sus integrantes se hicieron comunistas por romanticismo más que por conciencia. Mariátegui por su parte valorará solamente el compromiso político que implicaba el movimiento. Estuvieron también, los que adhirieron al movimiento como Moro, Westhphallen y Pellegrini y los que como Carpentier habiendo estado aliados a él se alejaron. Y otros que como Frida Kalo y Alvarez Bravo fueron surrealistas sin saberlo. Ferdinand concluye que en América Latina hay pocos ejemplos de un surrealismo riguroso y que por lo tanto hay que buscar “huellas” del surrealismo y no un movimiento claramente establecido. En el otro extremo “El surrealismo en la literatura latinoamericana: Buscando el fantasma de Breton”, Melanie Nicholson, afirma su marcada influencia en Latinoamérica. Nos dice: “Así, la "muerte" del surrealismo, de hecho nunca ocurrió en América Latina como en Europa: en términos de creatividad imaginación, el fantasma de Breton siguió persiguiendo a México y al continente austral durante muchos años. (Nicholson 9) Su libro está dividido en 3 partes Parte 1: Contextos y Contornos Argumenta en contra del artículo de Valentín Ferdinán al sugerir que el surrealismo desempeñó un papel importante en el desarrollo de la poesía y propone dos fases diferentes: 1) Período de asimilación del francés de 1928 a 1950, 2) Período posterior donde los autores latinoamericanos se distanciaron del dominio Bretón desde 1950 a 1980. Sostiene también que si bien el impacto del surrealismo en los escritores mexicanos fue mínimo, el impacto de México en el surrealismo europeo fue enorme, y muestra cómo el surrealismo funcionó como un precursor del realismo mágico, centrándose en las obras de Octavio Paz, César Vallejo, Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier. Parte 2: La emergencia del surrealismo en América Latina, 1928-1950, hace un rastreo de grupos surrealistas: Julio Llinas, Francisco Madariaga, Enrique Molina, Aldo Pellegrini y Antonio Porchia en Argentina; Braulio Arenas, Jorge Caiceres, Teofilo Cid, y Enrique Gomez-Correa en Chile; Magloire- Saint-Aude en Haiti; Octavio Paz en Mexico y finalmente Cesar Moro y Emilio Adolfo Westphalen por Peru. Parte 3: Un surrealismo propio 1950-1980, estudia la aparición de un surrealismo latinoamericano más maduro desde Argentina, Chile, Perú y México. En Argentina estudia el primer grupo surrealista reunido alrededor de Aldo Pellegrini, y la generación de la década de 1940, para concentrarse finalmente en los poetas que trajeron una renovación: Molina, Orozco y Pizarnik. Se traslada a Chile, y nos proporciona un análisis del grupo Mandrágora en la figura de Gonzalo Rojas, citando a Nicanor Parra y su anti-poesía política y socialmente comprometida. La obra finaliza con un capítulo dedicado a Octavio Paz cuyo trabajo, para Nicholson, definió los logos como dotados con el poder mágico para transformar la realidad. Un análisis exhaustivo sobre El Surrealismo en América Latina excede las fronteras y las posibilidades objetivas de este texto, pero desconocer su impacto en la literatura sería negar lo que es evidente, este último de los grandes movimientos artísticos llegó a estas tierras para quedarse, evidencias sobran. Después de una lectura consciente y profunda de Ferdinán y Nicholson, y sobre todo teniendo en cuenta a nuestros grandes escritores, personalmente llegamos a la conclusión de que se instaló en la Literatura vernácula de una forma muy personal y diferente, y que si no se produjo a la manera europea, sí fue adhiriéndose sobre todo en la poesía donde dejó sus huellas y la fue tiñendo con pinceladas surrealistas que atravesaron todo el siglo XX. Por otra parte, tampoco debemos desconocer que no sólo las ideas surrealistas vinieron a América, sino que las ideas de aquí fueron llevadas a Europa forjando una relación que en su ir y venir enriqueció y renovó el movimiento, vaivén que tuvo en su historia capítulos fundamentales para comprender la Literatura Latinoamericana. Carpentier; Alejo. Obras Completas tomoIX Crónicas 2 Arte Literatura y política. Mexico:Siglo XXI, 1983 Nicholson Melanie. Surrealism in Latin American Literature Searching for Breton’s Ghost. Nueva York: Palgrave MacMillan, 2013. Ferdinán, Valentín. “El fracaso del surrealismo en América Latina•.Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 28, no.55, 2002. (p73-111) Manifiestos del surrealismo. Madrid: Visor, 2002. Traducción de Andrés Bosch a partir de la edición francesa de 1962, con textos del periodo 1924-1953. [Œuvres Complètes, ed. de Marguerite Bonnet, Bibliothèque de la Pléiade, París, Gallimard, vols. I, II y III, 1988, 1992 y 1999].