LA MONTAÑA MÁGICA, DE THOMAS MANN
En esta entrega, te brindo mi opinión de lector medio acerca de esta obra: La lectura de este tocho ha sido como la ascensión misma a esa imponente montaña; algunos tramos se me han hecho tan cuesta arriba que, en momentos puntuales, habría desistido buenamente de mi empeño dando media vuelta tan ricamente. El autor ya te advierte de antemano (en sus “Intenciones”, previas a la narración) que va a contar la historia con excesiva minuciosidad. O sea, que te prepares para la que se te viene encima, chaval/a. Que sí, que recrearse profusamente en los detalles para vestir la narración queda fetén, da muestra de vasta erudición y tal, pero, en mi opinión, el autor peca de hacerlo en ciertos aspectos o materias que muchas veces no llevan a ninguna parte (como la biología, ¡y menos mal que apenas abre el melón de la botánica!), mientras que pasa por alto otras cuestiones referentes a la trama, tal vez de mayor interés y calado, dejando incluso algún cabo suelto. Aparte de esos fragmentos tan técnicos en los que se pone en plan cientifista, hay pasajes en los que no he entendido ni papa. Fundamentalmente, abstractos y elevados debates intelectuales entre dos de los personajes, bien por las contradicciones dialécticas en que caen sus propios discursos o bien porque requieren de conocimientos sobre doctrinas filosóficas para que tales polémicas puedan ser netamente comprensibles, lo cual, para un lector medio, acaba resultando un tanto frustrante. Por otro lado, los temas y asuntos que aborda la novela suelen ser significativos e interesantes, y la historia no deja de ser enigmática. También hay emotivos episodios cuyos trances llegan a conmover hasta sacarte la lagrimilla y otros que directamente ponen los pelos de punta. Mi conclusión es que, si dispones de tiempo y paciencia, merece la pena echarse en la tumbona y emprender la aventura (de encumbrar y descender la montaña) que, simbólicamente, supone la lectura de este libro.¡Hale, ánimo!
Vincent Venice